FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 06 – Samuel Clark
EL ÉXITO EN EL MATRIMONIO
Queridos amigos casados:
Esta vez llego con unos pensamientos sobre un principio transformador de matrimonios que oí hace unos años. Me gustó porque es bíblico y es sencillo. Este principio es: El éxito en el matrimonio se logra cuando uno hace feliz a su cónyuge.
Es tan poderoso y efectivo que ha salvado gran número de matrimonios, y mantiene a los buenos en buen estado. Su secreto es una ley de la vida emocional humana: «Es más bienaventurado dar que recibir» (Hechos 20:35). O sea, «Es imposible hacer feliz a otra persona sin recibir felicidad uno mismo.» También es casi imposible no amar a un cónyuge que se siente amado por su pareja. Por esto este principio es dinamita cuando se aplica con el único propósito de dar al cónyuge lo que más desea: la felicidad.
¿Sientes, amigo, que la llama del amor se está apagando en tu matrimonio? ¿Será que esperas que tu cónyuge te haga feliz pero no estás haciendo lo que le hace feliz? Algunos matrimonios se deslizan poco a poco en esta trampa del egoísmo que busca su propia felicidad a expensas del cónyuge. Si este es el caso, sería mejor cambiar el rumbo equivocado antes de que sea demasiado tarde, y buscar el camino de Dios pronto. Quiero describir unos pasos sencillos para restaurar aquella llama en nuestro matrimonio.
La dinámica de este principio es lo que la Biblia llama AMOR-AGAPE, el amor que busca el bien del otro primero que el suyo. Ese AMOR-AGAPE es lo más grande en el mundo. Es más fuerte que el odio. Vence la enemistad. Es tenaz. Cantar de los Cantares 8:7 dice que las muchas aguas no pueden apagar ese amor.
¿Cómo funciona este principio? El primer paso es estar de acuerdo los cónyuges que necesitan hacer algo, y que cada uno va a hacer un esfuerzo personal. Este es el paso de la decisión o la disposición, aceptando que la otra persona desea arreglar la relación. No es el momento para arreglar todos los problemas sino la relación, la amistad, la unidad de luchar juntos contra un enemigo común.
Cada uno debe entender que el no haber hecho lo que ahora está haciendo fue por falta de AMOR-AGAPE, fue su propio egoísmo que buscaba ser feliz sin dar felicidad. Esto es un pecado contra el mandamiento divino «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 22:39). Es bueno verlo así, reconocerlo como tal y decir al cónyuge, «Lo siento. ¿Me perdonas?» El perdonar y pedir perdón por las faltas del pasado limpia el ambiente. Así la verdadera reconciliación viene paso a paso al matrimonio que había empezado con tanta felicidad y esperanzas, pero que se había desviado en el egocentrismo. El AMOR-AGAPE es «otro-céntrico». El prójimo más cercano es el cónyuge y el laboratorio donde mejor se experimenta el AMOR-AGAPE es el matrimonio y la familia que sale de esa unión.
El segundo paso es preguntar al cónyuge: ¿Qué cosa podría hacer yo que te haría sentirse amado(a)? Por favor, una sola cosa por ahora. Una cosa que no sea imposible, una cosa positiva. No una cosa cualquiera, tampoco una prueba muy grande para ver si de veras el cónyuge lo haría. Nada ilegal, inmoral o repugnante. Simplemente una cosa que le haría recordar los tiempos pasados cuando eran felices. Los dos deben pensarlo bien, escribir su deseo en una hoja, y pasarlo al cónyuge. Es importante, después de leer lo escrito, comprometerse a cumplir ese deseo durante una semana. Este es el paso de la prueba, el esfuerzo para hacer feliz al cónyuge en vez de buscar la felicidad personal. Recuerden, la felicidad es una dádiva dada/recibida de otro. No se puede exigir, sólo se puede pedir.
El tercer paso es volver a comunicar sobre este principio. ¿Ha servido en algo? ¿Han sentido un poco de felicidad al servir a otro y ser servido por otro? ¿Ha mejorado la relación? Muchos quieren una solución por «arte de magia» a todos sus problemas. Este método es lento, pero su éxito está en que es algo que uno puede hacer para mostrar al cónyuge que sí le ama. ¿Qué importa si queda una docena de otros problemas del pasado para arreglar si están volviendo a luchar juntos con acciones de amor y servicio? Este es el paso de la paciencia. Si no mejoró, hay que comunicar sobre cómo se puede hacer mejor y probar otra semana, sin cambiar la tarea.
Cuando hay un cambio notable, están listos para el cuarto paso: expresar otro deseo factible que cada uno siente que, si el otro lo hace, iría lejos en restablecer la intimidad de la relación. Cada uno escribe su deseo y el otro lo lee, y se ponen de acuerdo en tratar de cumplirlo durante una semana. Es sencillo, y es profundo porque cambia la vida mediante hechos. No es cosa de promesas y lágrimas de arrepentimiento. La clave de toda transformación de conducta es la formación de h ábitos por medio de cambios paulatinos.
Ya estarán haciendo dos cosas que ayudan a hacer más feliz al cónyuge, cuando antes no había ni siquiera una. Esto es progreso, y produce esperanza. El AMOR-AGAPE está creciendo. Sería bueno leer la descripción del AMOR-AGAPE juntos en 1 Corintios 13:4-7 para descubrir algunos pasos aptos para mejorar su relación. Tal vez algunas de estas cosas desaparecieron años atrás en el noviazgo. Ahora se pueden reponer lentamente, una por semana, hasta resolver prácticamente todos los problemas con lo único que puede cambiar una relación mala: el AMOR-AGAPE. Llevarán semanas o meses en esta aventura de restauración, pero valdrá la pena.
Para resumir: cada uno se casó con una persona relativamente feliz y por ende atractiva. Probablemente era así porque su novio/comprometido le hacía feliz con una serie de acciones positivas. Esto continuó después de la boda por un tiempo y la felicidad creció. Luego se dejó ese primer amor. La Biblia tiene una solución sencilla: «Haz las obras que hiciste al principio» (Apocalipsis 2:4,5). Este, en síntesis, es el principio de hacer feliz al cónyuge. Por esto «sirve» en matrimonios con problemas. Hacen falta la disposición, el esfuerzo, la comunicación, la paciencia y el perdón mutuo para lograr el máximo éxito. No es magia, es el AMOR-AGAPE en acción, es dar antes que recibir. Es algo que cada uno puede hacer. No podemos hacernos felices a nosotros mismos, sólo a otros.
Resulta, cuando se aplica con esfuerzo, en lo que los economistas llaman «una condición ganar-ganar», o sea, «cuando tú ganas y yo gano, somos felices.» Es la vieja Regla de Oro en la práctica: «Todo lo que queráis que hagan con vosotros los hombres, hacedlo también vosotros con ellos…» (Mateo 7:12). Todo lo que podemos hacer para librarnos de la trampa del egoísmo nos aumenta las posibilidades de ser realmente felices cuando los que amamos empiezan a amarnos también. Estoy convencido de que el AMOR-AGAPE es la respuesta porque es el único poder en el mundo que puede producir la felicidad.
¡Y lo bueno es que es CONTAGIOSO!
Para matrimonios m ás felices,
Samuel