FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 110 – Samuel Clark
LA LEY Y LOS CRISTIANOS
Queridos amigos del Camino:
Muchos de nosotros aprendimos los Diez Mandamientos como niños y todavía nos acordamos de la mayoría de ellos. Sin duda sirvieron como un freno a la mala conducta pero tal vez muy poco nos motivaron a buscar a Dios, ni nos ayudaron a conocerle correctamente.
El problema es que se nos enseñaron como “Camino de Salvación del Infierno” en vez de un camino para los que desean tener una comunión íntima con nuestro Señor y Salvador. Esta diferencia de enfoque es la explicación del fenómeno observable en cualquier país o cultura donde el Evangelio de Jesucristo ha sido predicado fielmente y comprendido en el corazón como el único Camino al Cielo. Lo que observamos es que los que han experimentado la salvación por gracia mediante la fe son los que demuestran una conducta más admirable que los que sólo han conocido una religión de leyes tan severas que casi nadie puede (ni quiere) guardarlas. Por esto muchos abandonan el sistema legalista cuando salen de su hogar.
No quiero criticar a los que han nacido en tales sistemas religiosos sino mostrar por qué la doctrina de la salvación en Cristo Jesús ha producido cambios de conducta mayores y muestras de verdadera adoración a Dios que los sistemas legalistas no pueden mostrar. La primera razón es que la Ley, como sistema, no puede salvar a nadie porque demanda la perfección absoluta. No vale un 7 ni un 8 ni un 9 sino un 10 para pasar en la escuela de la Ley. Si uno falla en un punto es una falta total de toda la Ley: “Porque cualquiera que guardare toda la Ley pero ofendiere en un punto se hace culpable de todos” (Stgo. 2:10). Además, no fue el propósito de la Ley: “… ya que por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de El; porque por medio de la Ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). Esto demuestra que el medio de la salvación es otro, no la Ley. Entonces, ¿por qué enseñamos la Ley? Porque necesitamos saber, de la boca de Dios, lo que es bueno y malo para saber que necesitamos encontrar este otro camino de salvación.
Pensemos en nuestra propia familia. Si usamos el sistema de Ley para tener una relación familiar, vamos a fracasar, pues, siempre estamos desobedeciendo las reglas, algunos más, otros menos, pero todos ofendamos. Pero si la base de la relación es gracia, entonces se arreglan las faltas con perdón y amor. Claro que algunos abusan de esto y pecan más, “ya que me van a perdonar”, pero los que entienden la gracia tienen un deseo sincero de ser mejores y tratan de alcanzar esas normas altas de su propia decisión.
En la relación de Gracia hay castigos o disciplina pero no hay rechazo. Es por esto, con los niños pequeños, comenzamos con leyes, pues no saben cómo vivir en el mundo. Cuando son muy pequeños es casi 100% “No” hasta que comienzan a responder. Luego hay más normas positivas: “Haz esto o aquello.” Los Diez Mandamientos tienen sólo dos normas positivas y ocho negativas por esta razón.
La segunda razón porqué el sistema de Ley no sirve es que es posible imitarla o vivirla hipócritamente, pero es imposible vivirla genuinamente sin un nacimiento nuevo y el poder nuevo del Espíritu Santo. Así es, amigos, la primera tarea con los hijos es enseñarles el Evangelio como lo expresa Juan 3:16, especialmente claro para niños: Dios dio a Su Hijo Jesús porque nos amó tanto que no quería que nos perdiéramos para siempre, sino que viviéramos para siempre con El. ¿Cómo? Creer, confiar, recibir a Jesús como nuestro único Salvador.
Entonces, cuando nacen de nuevo por la Palabra (como dice 1 Pedro 1:23) van a tener la ayuda del Espíritu Santo para vivir una vida agradable a Dios por puro gusto, no por miedo o por fuerza ajena. Todo depende de una clara presentación del Evangelio, porque si viene mezclado con Ley, no pueden nacer de Dios (Juan 1:12,13).
La tercera razón: Jesucristo resumió los Diez Mandamientos a dos. Amar a Dios de todo corazón, etc., cumple los mandamientos 1-4. Amar al prójimo como a nosotros mismos cumple los últimos seis mandamientos (Mt. 22:37-39). Un niño necesita saber los Diez Mandamientos para saber cuándo no está amando a Dios con todo su ser y a su prójimo como a sí mismo; pero ¡no para salvarse! Gracias a Dios hay un medio perfecto para vivir por la Gracia. La fe en Cristo como El que vive en nosotros y nos permite vivir y andar en El como nuestra verdadera vida espiritual, es la que los cristianos poseemos desde el momento de recibirle y creer en El.
Ser salvos es una relación permanente con Cristo como nuestra vida, la vida eterna y divina que siempre es una traducción de la palabra ZOE, la vida espiritual. Es un regalo de Dios: “La paga del pecado es la muerte (espiritual) más la dádiva de Dios es la vida (espiritual).” Por esto “El que tiene a Cristo tiene la vida y el que no tiene a Cristo no tiene la vida” (1 Juan 5:12). Hablamos de tener la vida eterna, no de «alcanzarla algún día.” Podemos decir que fuimos salvos en el momento que aceptamos a Cristo por la fe; somos salvos por andar en El y no la naturaleza humana que heredamos de Adán; seremos salvos de la ira de Dios y condenación eterna en aquel día del juicio de Dios (Juan 5:24).
Si enseñamos esta maravillosa salvación a nuestros hijos y los apoyamos con nuestras oraciones, el Espíritu de Dios puede darles la fe y la seguridad de la salvación desde su niñez a juventud, antes que se metan en todos los problemas y las consecuencias del pecado. No hay privilegio mayor para los padres cristianos que tener una parte en la salvación de sus hijos.
Hermanos míos, vean el contexto cultural en el cual sus hijos están tan involucrados. La influencia del mundo ateo, escéptico e incrédulo es enorme. El tiempo que los padres tienen para enseñar a sus hijos e influir en sus vidas es un mínimo ahora. Otros pasan más tiempo con sus hijos, y muchos son enemigos abiertos del cristianismo y la moralidad bíblica. Hay muy poca influencia positiva y cristiana en los medios de comunicación.
¿Qué podemos hacer para enseñar los valores cristianos y las doctrinas esenciales a nuestros hijos? Mi opinión es que tenemos que tomar el control sobre el tiempo de nuestros hijos y asegurarnos que tengamos suficiente tiempo y el ambiente propicio para enseñarles el camino verdadero a la Vida. Esto no “sucede” porque lo queremos sino porque lo programamos en la agenda de la vida diaria y semanal.
No se necesita mucho tiempo pero sí un tiempo de calidad con los hijos. Hay recursos bíblicos disponibles para cada edad. Necesitamos elegir los que tienen el mensaje de la gracia, no el concepto de la Ley. Recuerden que la Ley de Dios es imposible como camino de salvación, pero “la ley del Espíritu de vida en Cristo me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Rom. 8:2).
Que Dios nos use para producir una generación de cristianos espirituales en nuestros hogares.
Abrazos, Samuel