FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 115 – Samuel Clark
LA GUERRA ESPIRITUAL EN LA FAMILIA
Queridos Amigos:
Estamos en una guerra espiritual contra las fuerzas satánicas que están invadiendo a la familia cristiana. El enemigo de Dios es Satanás, el enemigo de la verdad es el error, el enemigo de la familia son las muchas costumbres que siembran ideas anti-cristianas en nuestros hijos. Nuestro enemigo usa éstas para cautivar las mentes inocentes con prácticas que hacen mucho daño a la fe en el Señor Jesucristo.
Estuvimos en EUA en el mes de octubre y nos asombró el enorme énfasis en la muerte, los muertos, fantasmas, arañas, telarañas, cuervos, demonios, culebras, etc. en los jardines y casas. De hecho un informe revela que la gente gasta más en octubre para “decorar” sus casas que en la época de Navidad. En frente de casas hay lápidas con mensajes acerca de la muerte. En muchos países latinoamericanos, a fines de octubre y principio de noviembre cuando se celebran los Días de los Muertos, hay en casas, escuelas y lugares públicos un altar con flores, fotos de los difuntos, comida, dulces en forma de calacas y calaveras, licores y ofrendas a los muertos. No es coincidencia que países orientales tienen la misma costumbre. Esto debe mostrarnos el origen de esas ideas paganas que ahora se practican en países nominalmente cristianos.
Claro está que no es solamente en el Día de los Muertos, sino en otras fiestas del año hay costumbres que tienen poco o nada que ver con la verdad bíblica y cristiana. Poco a poco la iglesia primitiva mediterránea se añadían ideas y costumbres paganas. Luego se adoptaron en Europa. Llegaron a las Américas y al resto del mundo, gracias al comercio que siempre aprovecha las oportunidades de vender cosas a los incautos.
El propósito atrás de estas invasiones es adulterar el mensaje evangélico y apartarnos de la Verdad. La Biblia debería de guiarnos porque es la verdad. “Tu Palabra es verdad”, dijo Jesús en Juan 17:15. No hay una sola referencia bíblica que apoye estas mentiras disfrazadas en costumbres que aparentan ser inocentes y divertidos para los niños y jóvenes.
¿Cuál es la respuesta cristiana? Primero es la enseñanza de la verdad desde las Escrituras acerca de la Muerte, el Nacimiento, o la Pasión de Cristo que se supone que celebramos en las fechas festivas. Pero ¿qué pasa? Los padres no conocen la verdad y por eso no la pueden enseñar a sus hijos, aun cuando quisieren. Muchos no creen la verdad porque no han sido enseñados por líderes espirituales que alimentan a sus oyentes con la “leche espiritual”. La necesidad urgente es la enseñanza de la verdad entre los cristianos. Aunque uno no fuera enseñado bien por sus maestros, cualquiera que quiera ser líder debe estar estudiando la Biblia siempre para poder reconocer las necesidades de sus discípulos en su cultura. La Biblia es la respuesta divina a toda necesidad humana pero estamos viviendo un tiempo de poco interés y énfasis en el estudio y la exposición bíblica. Sólo el líder empapado con las Escrituras reconoce los errores de su cultura y en su grupo. No podemos seguir así si queremos vencer al enemigo de nuestras almas.
La segunda respuesta cristiana a estas invasiones es la oración por nuestros hijos. El ejemplo bíblico por excelencia es el viejo padre de 10 hijos que oraba por sus hijos durante los banquetes que celebraban en sus casas. El decía: “Quizás mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en sus corazones” (Job 1:5,6). Cada padre o madre debería tener ese mismo cuidado espiritual por sus hijos para no permitir que Satanás les engañe. La enseñanza es primordial. La intercesión por ellos es igualmente importante para ayudarles a no caer en el error, especialmente frente a tantas costumbres que constantemente los pueden contaminar.
El guerrero espiritual más famoso del Antiguo Testamento era David. El aprendió a guerrear en oración peleando contra filisteos y otros enemigos fuertes. Aprendió el poder de la oración cuando desafió a Goliat y dijo: “…yo vengo a ti en el nombre del Señor de los ejércitos” y le venció con una sola piedra. Vemos en sus Salmos que siempre oraba por una victoria aplastante, por eso cuando salía en guerra tuvo el poder de Dios para ganar. Si no ganamos la batalla en la oración, no vamos a ganarla cuando hablamos con nuestros hijos y hermanos que el enemigo ha invadido con sus mentiras. ¿Cuántas horas pasas orando por tus hijos y hermanos a la semana? Si no estás peleando en oración de nada te servirá hablar o enseñar. Además, es pecado, según I Samuel 12:23: “en cuanto a mí, lejos esté de mí que peque yo contra el Señor cesando de orar por vosotros, antes bien, os instruiré en el camino bueno y recto.” La enseñanza sin mucha oración es inefectiva y dejará a nuestros hijos en las mentiras diabólicas que están creyendo. La que no cesa (Lucas 18:1-18) es la que vence al enemigo.
Pero, debo añadir una cosa más que tuve que aprender: el diablo te atacará como nunca cuando haces estas dos cosas a favor de tu familia. Necesitarás ponerte toda la armadura de Dios (Ef. 6:10-18) para estar firme contra las insidias (asechanzas o artimañas) del diablo. Cinto de la Verdad, Coraza de la Justicia, Calzado del Apresto del Evangelio, el Escudo de la Fe, el Casco de la Salvación, la Espada del Espíritu y la oración constante y perseverante, todo es necesario para lidiar con el diablo y sus tropas malignas. El quiere arruinar familias como arruina iglesias y grupos. La oración mencionada en el contexto de la guerra espiritual se refiere a nuestra única manera de preparar el terreno para poder resistir a los espíritus malignos, así como en las guerras modernas mandan bombardeos aéreos y artillería/cohetería antes de que las tropas puedan avanzar y pelear. Les recomiendo leer y orar pasajes de estos salmos guerreros (Salmo 7, 17, 25, 71, 140, etc.).
Tenemos que pelear, amigos, por nuestras familias. A veces esto requiere períodos de días o semanas antes de obtener una victoria. Que Dios levante a muchos soldados y soldadas fieles para pelear contra las influencias satánicas. No se desanimen. Sigan peleando y Dios nos dará la victoria para nuestras familias.
Abrazos, Samuel