FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 117 – Samuel Clark
HIJOS REBELDES O SUMISOS
Queridos Amigos:
Rebeldía en cualquier edad es una reacción contra cualquiera autoridad. Es egoísmo en su expresión más visible (y a veces violenta). Dice:
“¿Qué derecho tienes de decirme/exigirme esto?”
“Yo soy mi propia autoridad y nadie puede mandarme.”
Con los padres, primero, pero después los maestros, los líderes, los adultos, las autoridades, el gobierno – todo. Es un libertino que está en contra de toda ley y orden que trata de limitar sus “libertades” – esta es una palabra muy interesante y mal usada hoy en día. El sentido verdadero de la libertad es que uno hace lo que quiere pero sólo hasta donde afecta negativamente a otro(s).
Ahora, bien, ¿qué podemos hacer con un hijo rebelde? En el Antiguo Testamento él se llama “terco y rebelde” o “hijo contumaz y rebelde” (Deu. 21:18-20). El remedio es muy violento y creo que pocos lo hacían. Incluso el sacerdote Elí tenía dos hijos rebeldes y él perdió el sacerdocio (y a sus hijos) por no haberles corregido (I Sam. 2 – 4).
¿Quiere el Señor que hagamos eso hoy? Juan 8:1-11 muestra cómo el Señor trató a una mujer que según la Ley de Moisés debía de haber sido apedreada. “Perdón y no pecar más” es el remedio.
Pero, ¿por qué está esta enseñanza en la Biblia?
Para enseñar a los padres que empecemos muy temprano a quitar la rebeldía de los bebés, niños¸ adolescentes y jóvenes para que acepten la autoridad – de Dios primero, de los padres segundo y de todas las autoridades, jefes, líderes de la vida normal. Esto tiene que empezar desde la cuna y seguir por todo el desarrollo del niño o la niña, nunca permitiendo libertad absoluta a ningún hijo sino respeto a la autoridad y las leyes. Por supuesto, los padres deben dar el ejemplo de sumisión a las autoridades (Rom. 13:1-6).
La solución verdadera es: los padres debemos aceptar la tarea que Dios nos da de practicar la disciplina y la amonestación del Señor (Ef. 6:4), sin provocarlos a ira en el proceso. Si no aceptan la tarea, no deben tener hijos. Los hijos respetuosos de Dios y de las autoridades no se crían solos.
¿Dónde debemos empezar entonces? En el matrimonio mismo:
- 1. cristianos los dos
- 2. sujetos al Señor los dos
- 3. la mujer sujeta a su marido “en el Señor”
- 4. el hombre que ama a su esposa como Cristo nos ama a la Iglesia, “Su esposa”
¡Por algo Efesios 5:22-33 viene antes de Efesios 6:1-4!
Yo no puedo hablar de cómo criar hijos sujetos a sus padres, a las autoridades y a Dios si no hablo primero del matrimonio verdaderamente cristiano. Si los padres están sumisos a Dios y le respetan Su autoridad, entonces podemos hablar de la crianza de hijos sumisos a Dios.
1. Aquí está el tremendo problema moderno: los cristianos ignoran las Escrituras – como Libro de Vida, como manual para la conducta, como guía fiel al Cielo. Al ignorar las Escrituras, ignoran el poder de Dios (Mt. 22:29). El poder de Dios es lo que se necesita para cambiar vidas.
Conocer las Escrituras implica conocer no sólo las promesas de prosperidad, salud y felicidad sino también los grandes principios eternos sobre cómo debemos vivir: los mandamientos, los preceptos, las instrucciones, las enseñanzas, etc. (Salmo 119; Proverbios, El Sermón del Monte, etc.).
¡Hay más enseñanzas en Proverbios sobre la crianza de hijos temerosos de Dios que en todos los libros de la psicología infantil!
Necesitamos discipular a los jóvenes en cuanto al matrimonio y la crianza de hijos antes de casarse, en aquellos primeros meses y años, y luego cuando sus hijos crecen y es “otra historia”. Nunca debemos dejar de enseñar estas cosas y ayudar a las parejas en su práctica y obediencia.
Esto requiere bastante humildad y hambre espiritual, cualidades que son muy difíciles de encontrar hoy en la gente, ¡aun entre cristianos!
Hay un rechazo de la Biblia hoy por los “más sabios” que consideran que son conceptos anticuados y no “actualizados”. Pero sus libros sólo producen más personas egoístas y rebeldes.
2. Aquí tengo que hablar a los que tienen hijos rebeldes de la edad más problemática. Al dejar que los niños “se expresan libremente” creamos una personalidad egoísta que sigue “expresándose libremente”, pero ahora es más grande, hasta peligroso a veces con violencia. ¿Qué hacer, a estas alturas del partido?
Voy a sugerir algunas medidas que he usado y observado:
1. Comunicación franca – pero calmada (por lo menos del lado paternal).
- a. Escuchar plenamente todas sus ideas, quejas, iras contra nosotros, otros y hasta contra Dios. Sin interrumpir, sólo para aclarar algo. Es interesante cuántos hijos rebeldes dicen que sus padres nunca les escuchan, sólo hablan. Escuchar es respetar y como padres tenemos que respetar si queremos ser respetados por los hijos grandecitos.
- b. Pedir permiso para contestar, explicar y expresar sus sentimientos y opiniones acerca de todo lo que dijeron. Ojalá con algo de contrición, pidiendo perdón donde sea necesario. Hay que orar mucho para poder oír sin enojarse y luego hablar sin enojo para no provocarles a la ira.
2. Tener un “tiempo fuera” para pensar bien en lo que escuchamos y orar sobre cada punto expresado. Ojalá los jóvenes puedan orar también, con sus padres o a solas. Cuando nos callamos y pensamos ante el Señor, El nos puede hablar, lo que es lo más importante en este proceso. Se puede leer un poco de Proverbios o Mateo 5-7 para ayudarnos a escuchar Su voz mejor. Medita en el Salmo 32 ó 51 para poder oír Su mensaje personal de reconciliación.
3. Volver a juntarse para compartir cualquier nuevo pensamiento y lo que Dios les ha dicho. Otra vez hay que escuchar y hablar. Ojalá que los hijos crean en nuestra sinceridad al pedirles que hablen todo lo que quieren o que sienten que es necesario decir. A veces esa segunda sesión es mucho más rica y profundiza más en el problema de nuestras relaciones familiares.
4. Hacer una cita para una tercera comunicación después de leer, estudiar, y pedir consejos de alguien con más experiencia, con el propósito de poner algunas soluciones prácticas para ayudarnos a salir del terreno de conflictos al de compañerismo y cooperación.
- a. A veces en esta tercera comunicación es necesario poner unas reglas que faltaban. A veces no hay un acuerdo en las reglas y se necesita otro tiempo para escuchar a Dios. Si las reglas son prácticas y bíblicas, los padres no pueden ceder a los hijos. En este caso tienen que “amonestar” y luego “disciplinar” las faltas.
- b. Si la edad del hijo es de mayoría, si rehúsa acatar a las reglas puede ser necesario que salga de la casa. Esto es muy difícil, sobre todo para las madres e hijas. Pero si vamos a tener una relación cristiana tiene que estar basada en la autoridad final de Dios, luego la de los padres, luego otras autoridades. No es un hogar cristiano si Cristo no es la Cabeza y Su Palabra no es la Verdad que vamos a seguir. Si la separación ocurre, hay que hacerla con mucha oración y amor, y no “en la carne”, siempre dejando abierta la puerta por si decide vivir bajo nuestro techo de nuevo.
5. Estos pasos no eliminan el sufrimiento, pero nos permiten sufrir dentro de la voluntad de Dios, en obediencia a Dios y no nuestros propios deseos y planes paternos.
Ha sido muy larga esta carta pero es porque varios amigos nos han preguntado sobre el asunto de la autoridad y cómo tratar a hijos rebeldes que viven aún en el hogar pero no conforme a los deseos de los padres. Espero que haya una luz en el Señor en estas líneas para los padres cristianos.
Abrazos, Samuel