FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 120 – Samuel Clark
CUANDO TODO SALE MAL
Queridos Amigos:
Hay momentos cuando somos muy tentados a creer que todo está saliendo mal y que no hay nada que podemos hacer para arreglar las cosas. Por ende queremos salir de la escena de caos y buscar otro lugar, otras personas, otra existencia no tan desesperada. ¿Quién nunca ha sentido esa clase de tristeza y frustración? Si no lo has experimentado, créeme que tarde o temprano lo experimentarás y debes estar preparado para enfrentarlo y encontrar la prometida “salida” que está cerca de cada tentación (I Cor. 10:13).
Puede ser una crisis económica desastrosa, o una salud quebrantada, o un matrimonio disfuncional, o un hijo (o más) que se va al mundo, o una situación política imposible de aguantar. Todas estas cosas han sucedido a cristianos y suceden hoy mismo. Son de aquellas cosas que no podemos controlar. Así que tenemos que saber cómo aguantarlas y vencerlas pero no por nuestros propios poderes intelectuales o fuerza de voluntad. Hay unas corrientes filosóficas “espirituales” en todos los medios de comunicación masiva que afirman, “Tú Puedes”. Luego prometen ayudarnos a aprender hacerlo mediante un cursillo o programa que ellos venden. Esto mismo nos advierte de dónde vienen tales “victorias”, pues, no es del cristianismo verdadero que sigue a un Maestra que enseña “Recibisteis por gracia, dad por gracia” (es decir, gratuitamente). Pregúntate, ¿Cuánto me cobran por visita, por llamada, por libro, etc.?
Si tú estás en uno de estos momentos “tsunami” de la vida, no acudas a estos falsos maestros que no pueden librar ni a sí mismos, mucho menos a otros. Busca la única solución verdadera: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. Noten la promesa, “en vosotros”. No es algo de afuera sino algo que puedes tener dentro de ti, para acompañarte en todo momento, tan cerca de ti como tu propio espíritu. No es mental esta solución. Esa es la idea del nuevo gnosticismo que está dominando el mundo filosófico religioso del momento. Cuidado con aquel que dice que “sólo tienes que saber”, pues, lo que está diciendo es “compra mi mensaje”. Pablo escribió de estos vendedores de “conocimientos” (GNOSIS en griego): “Mirad que nadie os haga cautivos por medio de sus filosofías y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo” (Col. 2:8). No según Jesús el Mesías de Dios, no un maestro más, no un profeta nuevo, no uno de los iluminados, sino el mismo Hijo de Dios enviado para darnos la sabiduría del Cielo. ¡Qué diferencia! Muchos “Cristos” están apareciendo, pero sólo hay uno, el verdadero prometido por los profetas que ya vino y vendrá otra vez.
¿Cómo podemos aplicar esta promesa personalmente y para nuestra familia cuando todo parece completamente arruinado? Primero y más importante, hay que asegurarnos del hecho de que Cristo está en nosotros. ¿Crees la promesa de Apocalipsis 3:20? “He aquí estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él.” ¿Alguna vez oíste su llamado en la puerta de tu corazón? ¿Le abriste tu corazón a El en ese momento? Entonces, ¿dónde está Cristo? Por Su Espíritu El mora en ti, y no sólo El sino el Padre también si le crees y obedeces Sus mandamientos (según Juan 14:23). Si es así, toma esta promesa como tuya y reclama en voz alta: “Señor Jesús, Tú estás en mí ahora y te pido que seas mi única esperanza de gloria en esta situación desastrosa.” Esto es lo que se llama “Reclamando las promesas de Dios”. Mientras tú no sabes, ni confías, ni reclamas las promesas, no puedes experimentar Su poder en tu liberación de las opresiones y tentaciones diabólicas. Tu “salida” de la tentación de dudar y tirar la toalla es creer lo que Dios dice y afirmarlo o reclamarlo. He aquí otras promesas:
1 Corintios 1:30 – “Mas por El estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención.” Tú estás en El.
1 Corintios 6:19 – “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros y el cual tenéis de Dios…?” Él está en ti.
Tú puedes afirmarlo con estos pasajes y reclamar luego la promesa de “la esperanza de gloria”.
El segundo paso es entender esa esperanza de gloria. No es gloria futura en el Cielo, es gloria, salvación, liberación, comunión con Dios ahorita mismo. No sólo fuimos salvos de la pena de la condenación, de la ira de Dios el momento que creímos, sino que somos salvos, estamos siendo salvos en el presente, todo el tiempo de nuestra peregrinación terrenal hasta el momento cuando seremos salvos del juicio divino sobre pecadores no arrepentidos e incrédulos que sí están condenados (Juan 3:36; 1 Pedro 4:17).
Romanos 3:23 explica que todos están destituidos, separados de la Gloria de Dios. Esa gloria de Su Presencia se manifestaba con una torre de fuego, una columna de nube, una luz que brillaba en ciertos momentos en la historia de Israel, y en una ocasión en el Nuevo Testamento cuando Jesús apareció glorificado en el monte ante Sus discípulos. Esa Gloria es la comunión con Dios. Adán y Eva la perdieron para todos nosotros y sólo se ha recuperado para los que creen en Cristo Jesús y ahora por fe tienen comunión con El y el Padre.
Ahora, mis amigos, ¿qué tiene que ver esto con la victoria sobre la duda y la derrota? Cuando por lo menos uno en la familia tiene esta convicción de que Cristo en nosotros es la única esperanza de gloria, Dios puede empezar a ayudar a aquel y por medio de él a los demás por su fe y confianza en Cristo. Cuando Dios empieza a apoyarnos todo cambia porque El vence la incredulidad y la desesperación. La situación mala puede seguir, pero nuestro espíritu está libertado para creer, alabar a Dios y darle gracias por Su victoria. Cuando rehusamos entrar en enojo y depresión y elegimos creer la Palabra de Dios, el enemigo está vencido. Ya no tiene “lugar” en nosotros (Efesios 4:27) porque nuestro corazón está lleno de la Gloria de Dios.
Si los padres de familia deciden vivir por fe y no por circunstancias (vista), Dios puede dar esperanza a los hijos y la victoria es contagiosa. Amigos, Dios sólo necesita uno para empezar Su obra. Un miembro de la familia puede ser la chispa que prenda a todos. ¿Eres tú esa chispa de fe y esperanza para tu familia? Que Dios nos prenda a todos esta clase de esperanza.
Abrazos, Samuel