FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 136 – Samuel Clark
EL PROBLEMA DE BULLYING
Queridos Amigos:
Espero que perdonen el uso de una palabra en inglés, pero es una que estoy leyendo cada día en las noticias internacionales y nacionales. “Bullying” viene de “Bully”, uno que usa mayor fuerza (de tamaño físico o de número) para intimidar o aterrorizar al más débil para hacerle daño o forzarle a hacer algo que no haría normalmente. Siempre he detestado esta práctica porque como niño fui víctima de los que eran mayores o más grandes, y me pegaban sólo para humillarme. Es la crueldad que se practica a nivel de naciones, razas, creencias religiosas, economías, políticas o aun familias. Y aunque fui víctima en la escuela y la calle, yo mismo lo usaba para intimidar a mi hermano menor.
Me impresiona que aún los animales lo practiquen. Se ve entre perros o perros y gatos, animales pequeños y grandes, y para mi sorpresa entre pájaros alrededor de las semillas que pongo a su disposición en mi patio. Igual los colibrís que llegan a mi alimentador de agua azucarada.
Todo esto me ha hecho pensar que es una característica de nuestra naturaleza más primitiva, más “animal”. Ciertamente entre humanos se manifiesta como un resultado del egoísmo, característica de la naturaleza misma que se ve en la rivalidad entre especies para vencer otras especies y dominar en cualquier área. Lo único que la detiene es la presencia de otra especie igualmente fuerte o más fuerte.
La Biblia dice, “¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis, por esto cometéis homicidios. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. No tenéis porque no pedís” (Santiago 4:1,2). Esto es lo que observamos en la naturaleza que llamamos “la supervivencia de la más fuerte” pero es también la eliminación del débil. Yo creo que esta es la “maldición” pronunciada de Dios como consecuencia del pecado de Adán y Eva sobre la naturaleza toda, no sólo sobre la raza humana sino sobre la fauna y floresta también (Gén. 3:17-19 con Rom. 8:19-23). Hasta la venida del Mesías Jesús en gloria, esta naturaleza está maldita y espera una liberación para volver a ser como el Huerto de Dios. Así que no nos debe extrañar esto en la naturaleza caída: rivalidad, competencia, conquista y “bullying”.
Dios tiene una respuesta en forma de una ley que dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levitico 19:48), ley que comprende todos los seis mandamientos de los 10 que tiene que ver con el trato entre los humanos que Cristo citó en Mateo 19:19 y 22:39. El amor es la respuesta divina para vencer todas las manifestaciones del ego humano. Pero hay otra solución que Dios ha dado que es la dinámica del Espíritu Santo que mora en nosotros para producir una nueva naturaleza donde las cosas viejas pasaron y las nuevas han venido (2 Cor. 5:17). El fruto del Espíritu se produce cuando andamos en el Espíritu y no en la carne (la naturaleza vieja) como vemos en Gál. 5:16-23: “Andad en el Espíritu y no en la carne… porque el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe (fidelidad), mansedumbre y dominio propio.” La Ley de Dios no pudo producir el amor, sólo podía señalar el Camino único, el Amor. La gracia de Dios provee en Cristo todo lo que necesitamos para vivir como Dios manda en Sus Diez Mandamientos. Como toda gracia es un regalo recibido por la fe en Cristo, así es con el amor que trata a otros exactamente como cada uno de nosotros quiere ser tratado (Mt. 7:12).
Ahora, apliquemos esta gran verdad al hogar cristiano. El padre de familia es el designado líder de su familia, según I Cor.11:3 ̧ porque es cabeza de la mujer (esposa) y por ende también de los hijos, siendo Cristo la cabeza del hombre (padre de familia). Lo que Cristo manda es para el bien de la familia, para el país, para el mundo entero. La desobediencia destruye ese plan perfecto para cambiar el mundo, así que Satanás se ocupa en fomentar la codicia, la guerra, los pleitos, etc. con sus tentaciones que despiertan nuestras pasiones (placeres carnales) y nos hacen egoístas, “bullies”.
El otro aspecto clave es la oración donde aprendemos a vivir como Dios quiere. Un mundo de paz y amor sólo es posible donde hay fe y obediencia, como nos dice Hebreos 10:35,36: “Por tanto, no desechéis vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa. Porque tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.” Hemos de aprender la paciencia en las situaciones difíciles para no caer en arranques de ira que sólo busca herir y dañar al que tenemos de frente. Puede ser el/la cónyuge, un hijo, un amigo, o un hermano, y luego salen palabras hirientes, gritería, insultos, amenazas, o violencia física. Todo sale por no estar viviendo en el Espíritu Santo sino en la naturaleza carnal de manipulaciones y presiones psicológicas para lograr nuestra propia voluntad en vez de la de Dios.
Fíjate en cuántas cosas usas maniobras emocionales para conseguir lo que quieres. Si no se exhibe el fruto del Espíritu Santo en cualquier situación de conflicto, lo más “natural” es que las obras de la carne van a brotar celos, enojos, rivalidades, discusiones, sectarismos, envidias, etc. (Gál. 5:20,21).
¿Por qué es que oímos tanto acerca del problema de “bullying” ahora en estos últimos años? Siempre ha existido, pero en estos “últimos días” el Apóstol Pablo nos profetizó la llegada de “tiempos difíciles. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, irreverentes, sin amor, implacables, calumniadores, desenfrenados, salvajes, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los placeres en vez de amadores de Dios…” (2 Tim. 3:1-4). ¿No describe nuestros tiempos? Antes, las iglesias tenían más influencia en la cultura pero ahora es al revés. Los ateos y anti-cristianos influyen más y la cultura ha cambiado. En muchas partes del mundo no es considerado normal seguir a Cristo ̧ tampoco en nuestra cultura moderna.
Así que, amados, les imploro en el Nombre del Señor Jesús, el Buen Pastor de las ovejas, que decidan de una vez que vamos a andar en el Camino del Señor, en el poder del Espíritu, en comunión con Cristo y no en la naturaleza caída y maldita que sólo puede ser egoísta y necia porque no se funda en la Verdad de Cristo. Nunca va a ser diferente de lo que es naturalmente caído y maldito. Por eso hay que desvestirse de ella y vestirse de la nueva, creada a imagen de Dios, en la justicia y santidad de la verdad (Efesios 4:22-24).
Abrazos, Samuel