FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 138 – Samuel Clark
CÓMO VIVIR BIEN EL NUEVO AÑO
Queridos Amigos:
Me parece que los que somos padres cristianos vivimos bajo mucha acusación por tantas veces que hemos hecho lo que no era el amor AGAPE. La costumbre de muchos es hacer votos para el Nuevo Año y después de unas semanas olvidarlos. Otra vez nos sentimos mal y aunque nos arrepentimos y pedimos ayuda divina, no cumplimos. ¿Cuál es el problema? Esta vida de sube y baja no es la vida victoriosa en Cristo.
Sabemos que debemos permanecer en Cristo y buscar Su Presencia poderosa en nosotros para vencer y llevar fruto – pero hacerlo por todo un año, o siquiera una semana, no es realista. Nuestra realidad es otra. ¿No hay una realidad continua para nosotros aquí en la carne, en este mundo perverso y enfrentando los ataques de Satanás?
Hay dos realidades que debemos aprender a experimentar: la Ley de la Libertad que está expuesta en Romanos 8:1-13, y la Ley del Progreso a la Meta expresada en Filipenses 3:8-16. Una y otra vez tengo que volver a la verdad que afirma que sin Cristo “nada puedo hacer”. Esto se aprende sólo con las muchas derrotas, no por el estudio profundo, porque se trata de experiencia, no de teoría. Si no estoy dispuesto a fracasar a veces, nunca voy a aprender que yo no puedo vivir como Cristo vivió. Sólo Él puede vivir esa vida en mí cuando estoy “roto en pedazos” en mi vida carnal.
El vivir en Su poder requiere una fe que dice “Todo lo puedo (sólo) en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). Cuando afirmo: “Cristo en mí es (mi única) esperanza de gloria”, no estoy confiando en mí mismo, ni siquiera en mi fe. Tiene que ser “la fe del Hijo de Dios” (Gál. 2:20). Así es andar en el Espíritu y no en la carne. Es tomar esta posición cada vez que me doy cuenta de que no estoy andando en el Espíritu porque las obras carnales se manifiestan. Lo que hace el Espíritu es revelarnos la verdad de nuestra experiencia para que escojamos la libertad del poder del pecado por la Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús que es mucho más poderosa que la ley del pecado, como la Ley de la Aerodinámica es más poderosa que la ley del peso de un avión. Este es el secreto de Romanos 8 que sólo tenemos que aplicar por fe para experimentar.
La segunda realidad del Progreso a la Meta es también parte de esta vida de permanencia. En Filipenses 3 Pablo nos da su testimonio de cómo él aprendió a perder lo suyo para ganar lo que Cristo ofrece y es por conocer el poder de Su Resurrección y la dinámica de Su muerte para morir al pecado. Vemos que él aprendió a aceptar que nadie llega a ser perfecto sin tropezones y caídas en esta vida. Pero aprendió a proseguir a la meta para alcanzar lo que Cristo quería que experimentara cada día. ¿Cómo? Olvidando lo que queda atrás, ayer con sus errores, hace 15 minutos con su falla, y extenderse a lo que está delante, los próximos minutos, el día de hoy… Esto es tan importante para no desesperarnos en nuestras caídas. ¿Podemos olvidarlas? Si las he confesado y comenzado a vivir por fe en Su poder prometido, sí, puedo olvidarlo (porque Dios no lo va a recordar contra mí – Heb. 10:17) y proseguir a la meta otra vez. “Permanecer” no es no tener ninguna falla. Es levantarse y seguir adelante una y otra vez. Las victorias en el pasado fueron por Su gran poder y ese mismo poder servirá ahorita si vuelvo a confiar sólo en El.
Es sencillo, amigos, y por eso fallamos muchas veces, haciendo más complicado de lo que es “andar por fe, y no por vista” (I Cor. 5:7). He oído a hombres y mujeres que me decían que era sencillo y no pude creerles porque miraba a mis muchas fallas en vez de olvidarlas y seguir adelante, “proseguir a la meta”. Cuando estamos aprendiendo a no confiar en la carne caemos tantas veces que nos cuesta creer que hay una manera de “permanecer”, que no significa nunca fallar, sino SEGUIR PROSIGUIENDO hacia esa meta añorada.
Ahora, ¿cómo vivir bien este año? Espero que no vuelvas al camino de votos rotos que nos desanima tanto que apaga la fe que necesitamos para experimentar esta forma de “permanecer” ahora mismo, no preocupado por el pasado ni el futuro, sino por este mismo instante. Pablo dijo a los filipenses: “…ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que obra en vosotros tanto el querer como el hacer para su beneplácito” (o buena intención) Fil. 2:12,13.
Hoy es el día más importante de mi vida, pues, ayer es irrecuperable, y mañana, quién sabe si la voy a ver o no. Y este mismo momento es el más importante del día de hoy. ¿Por qué? Porque es el único momento que puedo dedicar a Dios para que Su Espíritu me llene y viva Su vida en mí. ¿Lo entiendes? No te preocupes por el Año 2014 sino por el momento que tienes, el momento que estás leyendo estas líneas, y luego el siguiente momento igual. Vivimos un año momento por momento, algunos bien y otros no tan bien. Pero el momento que recuperas por la fe es tuyo para experimentar Su victoria. ¿Recuerdas la película “El Club de los Poetas Muertos” con Robin Williams? El lema de la vida que quiso enseñar a sus alumnos era “¡Carpe Diem!”, que quiere decir “Asirse del momento”. Esto es lo que Pablo aprendió en su búsqueda de alcanzar “el premio del supremo llamamiento de Dios en Jesucristo” (Fil. 3:20).
Vivamos el 2014 con este lema y veremos el año próximo que nos ha enseñado Dios a ser mejores padres (y cónyuges) por Su gracia; “…por la gracia de Dios, soy lo que soy…” (I Cor. 15:10).
Abrazos, Samuel