FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 140 – Samuel Clark
CÓMO SER MEJORES PADRES DE FAMILIA
Queridos padres y madres:
Seguramente todos podemos decir con el Apóstol Juan: “No tengo mayor gozo que éste: oír que mis hijos andan en la verdad” (II Juan v.4). Y al contrario, como padres de familia nos duele tanto oír que no andan en los caminos del Señor. Me consta personalmente y después de verlo en otras familias, es un dolor intenso que sólo Dios nos capacita para soportar y seguir adelante. Pero, ¿no lo siente aún más nuestro Padre Celestial cuando Sus hijos no andan en Su luz? Y esto aún cuando nos ha bendecido tanto por muchos años.
Dios Padre es el Modelo para todos los padres cristianos; esto incluye padre y madre, madre soltera, padrastros, madrastras y cualquiera que asuma la responsabilidad de criar a niños en un ambiente familiar. Yo estoy haciendo el énfasis debido en la palabra “cristianos” porque ellos son los únicos que experimentan el cuidado paterno de Dios. Somos enseñados en todos los libros del Nuevo Testamento que Dios es nuestro Padre Celestial. Es sorprendente que esta es la enseñanza básica del Sermón del Monte presentado por Mateo en los capítulos 5, 6 y 7 de su Evangelio desde el principio del ministerio público de Jesús. De hecho, una de las primeras evidencias de la seguridad de la salvación es cuando uno entiende que es hijo de Dios y llama a Dios “Padre”, como en el “Padre Nuestro” universalmente usado en la Iglesia.
Debemos pensar en las muestras de Su amor y agradecerle regularmente como nos exhorta el Salmista en Salmo 103:1,2: “Bendice, alma mía, a YHVH, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a YHVH, y no olvides ninguno de Sus beneficios.” ¿Cuáles son estos beneficios en la familia espiritual? Los que me sirven de ejemplo especial para practicar con nuestros hijos son:
- Oír y contestar nuestras oraciones (Mt. 7:7-11). Uno de sus Nombres es “Padre de misericordias” por esta bendición de venir a Su Trono (2 Cor. 1:3; Heb. 4:16).
- Enseñarnos por Su Palabra mediante Su Espíritu Santo (Juan 14:26) a hacer Su voluntad (Rom. 8:14).
- Darnos todo lo que necesitamos para la vida nueva que debemos vivir (Rom. 8:32).
- Perdonarnos cuando confesamos nuestros pecados y librarnos del enemigo (Mt. 5:12,13).
- Disciplinarnos para nuestra corrección y para participar de Su santidad (Heb. 12:5-11).
- Disfrutar de la comunión con Él, Su Hijo Jesús y los otros hermanos (1 Juan 1:3).
Una de las revelaciones más preciosas de la Biblia para cristianos fieles es que el Padre nos ama a nosotros exactamente como ama a Su Unigénito Hijo Jesucristo, solamente por Su gracia, Su misericordia, Su bondad y Su voluntad (Ef. 2:1-10). Siempre creemos que debemos hacer algo grande para que nos ame, pero Su amor es un regalo no merecido, porque Él es amor en todo lo que hace.
Ahora, este es el punto de esta enseñanza: Así debemos amar a nuestros hijos, como Él nos ha amado. No como dicen los sicólogos famosos, los autores de libros sobre la familia, ni mucho menos los amigos no espirituales. Sólo vamos a ser mejores padres y madres cuando Su amor se produce en nosotros por el Espíritu Santo con ese fruto espiritual de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza (Gál. 5:22,23). Ese amor se describe en 1 Corintios 13:4-8 como sufrido, benigno, no envidioso, no jactancioso, no envanecido, bien portado, no egoísta, no iracundo, no rencoroso, no partidario de la injusticia sino contento con la verdad, dispuesto a soportar, creer, esperar y aguantar a los demás y constante. Estas descripciones definen un amor que se necesita en una familia, pero sólo se puede experimentar donde Dios Padre es conocido y buscado en cada expresión de la lengua y las acciones.
Amigos, no tengo que decirles que necesitamos la transformación de nuestro ser de carnal a espiritual por la Cruz de Cristo donde fuimos crucificados con Cristo para resucitar con El por la gloria del Padre y andar en nueva vida (Rom. 6:3,4). Sólo así puede el Espíritu Santo transformarnos a Su imagen (Rom. 6:3,4; 12.2; 2 Cor. 3:18).
La palabra «transformados” viene de la palabra METAMORFOSIS que es una ilustración de la verdad de Romanos 6. Si la oruga no muere a ser oruga, pasando días sepultada en un capullo, no puede ser transformada en una mariposa hermosa. Si no queremos dejar de ser gusanos y sufrir la muerte a lo que somos naturalmente, no podemos ser cambiados a la imagen de Dios. Los niños imitan a sus padres pero tienen que dejar de ser niños y ser transformados en adultos para ser padres buenos. Por esto muchos cristianos no pueden ser padres buenos porque siguen siendo niños espirituales. Es por esto que los padres necesitan estudiar la Biblia y orar juntos, y así enseñar a sus hijos a buscar a Dios para vivir por Su poder la vida de un discípulo de Cristo, nuestro Hermano Mayor.
Nuestro error más común es olvidar la lección de Juan 15 que nos ilustra la vida cristiana en la Vid y los pámpanos. Si no permanecemos en El, no podemos vivir como El. Permanecer es morar, habitar, hacer nuestra residencia “en Cristo” quien está “en el Padre”, así podemos enfrentar cada situación de la vida como un hijo de Dios en hechos y en verdad. No me canso de insistir en este mensaje, amigos queridos. No tengo mucho tiempo más para compartir esta verdad que el Señor me ha entregado para darles a Uds. Y mi oración es que el mismo Señor se la enseñe a todos para que la iglesia de Cristo haga la obra que Dios nos ha dado para hacer: “Haced discípulos a todas las naciones.”
Abrazos, Samuel