FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 152 – Samuel Clark
JESÚS, MÉDICO DIVINO PARA EL MATRIMONIO
Queridos padres cristianos:
¿Qué es un matrimonio sano? ¿Perfecto, sin problemas, ejemplar y modelo para todos? Estas son muy buenas metas (y metas son importantes) pero no son descripciones de la vida de ninguno de nosotros, mucho menos de nuestros matrimonios. Algunos parecen creer que así son, pero ¿qué dice Dios? Mi pasaje clave para oración y enfoque este año es Filipenses 3:12-14 precisamente para que mi vida y mi matrimonio necesitan estar basados en estas verdades: “No que lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado, pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta para obtener el premio del Supremo Llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”
Aquí notemos estas verdades:
- 1. El viejo apóstol, autor de 14 libros del Nuevo Testamento, no creía que era perfecto ni en su carácter ni en su ministerio.
- 2. Tenía una meta que buscaba continuamente y la esperanza de alcanzarla algún día, pero no en esta vida.
- 3. Su llamamiento era algo muy superior a lo que ya vivía o que había logrado, pero no tiró la toalla sino que proseguía hacia ese premio que Dios le ofrecía.
- 4. Se enfocaba en una sola cosa, no en muchas metas grandes, y se olvidaba de las victorias y las derrotas del pasado, extendiéndose a lo que quedaba en cada nuevo día como oportunidad de vivir en victoria y llevar fruto por su comunión en Cristo.
Amigos, Pablo nos da esta gran perspectiva para nuestras vidas y nuestros matrimonios y familias. Me parece que aquí es donde fallamos muchos. Nos creemos “sanos”, no necesitados de un chequeo médico, hasta tener un problema muy serio. Entonces corremos a nuestro doctor. Para asegurar la salud necesitamos estar checando regularmente los datos esenciales con nuestro medico quien nos conoce.
Lo interesante de los chequeos médicos es el estado del corazón: presión arterial y ritmo especialmente; si hay problema un electrocardiograma revelará cuál es. Por esto el Señor nos habla tanto en Su Palabra del corazón, no el natural sino el espiritual. Lo ideal es un corazón íntegro, que no está dividido con objetivos divididos: carnales y espirituales. Un corazón dividido es inestable y variable, no es “firme y fiel”. Es igual en un matrimonio. El corazón firme es nuestro amor y comunión con Dios y la constancia de seguir Su Palabra. No es un corazón íntegro si hay secretos que no queremos admitir al cónyuge: intereses en otro, deseos traicioneros, satisfacciones pasionales ajenas al pacto que hicimos, etc.
Los tiempos en la Palabra y en el discipulado con un mentor deberían ser como un examen médico regular: estudiando las Escrituras honestamente y compartiendo nuestras inquietudes, problemas y tentaciones. Si no hay integridad, no habrá confianza para compartir estas cosas y seguiremos empeorándonos hasta que la enfermedad nos gana y terminamos en el hospital o en largos tratamientos para volver a la salud en la relación. De hecho, en nuestros grupos deben existir parejas entrenadas en “La Oración de Sanidad en las Relaciones Matrimoniales” que nuestro movimiento ha desarrollado como un ministerio muy provechoso.
Después del corazón, el doctor hace preguntas para ver cómo andamos de peso, de descanso, de ejercicio y de los elementos regulares del cuerpo. En lo espiritual hay ciertas preguntas que debemos contestar a los que nos ayudan, o compartir voluntariamente sobre nuestra salud espiritual: el tiempo devocional, tiempos con la familia en oración y en la Palabra, problemas de comunicación o conducta, y las emociones que no están bajo el control del Espíritu Santo. Estas cosas son esenciales en un carácter cristiano. Recuerden: la meta es llegar a ser cada día más como nuestro Señor Jesucristo.
Como vimos en el ejemplo de Pablo, no “llegamos/alcanzamos” la perfeción total, pero debemos estar creciendo en “la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 3:18). La salud nunca es perfecta pero podemos estar mejor si aplicamos todas las cosas esenciales constantemente. Así un matrimonio y una familia están sanos si están mejorando y no deteriorándose con “pequeñas cosas” que causan malestar en la unidad que Cristo quiere: unánimes, “una sola vida”.
Para mi manera de entender y experimentar esta integridad que produce salud, vigor y fruto en el matrimonio, debe haber un cambio de “Yo/mi/mío” a “nosotros/nuestro”en la relación conyugal. Un cónyuge es uno que está unido por un yugo con otro. El matrimonio sólo puede ser exitoso y efectivo si los dos están “de acuerdo” (Amos 3:3), caminando juntos, al mismo paso y en la misma dirección. Lo que une a una pareja es la Palabra que nos guía y la oración que nos mantiene en comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu.
Yo siempre comienzo a buscar qué están recibiendo de la Palabra de Dios como individuos y como pareja. Esta es la indicación más clara del estado del corazón de una pareja. Es una cosa tan sencilla que cualquiera puede hacerlo – leer, meditar y orar diariamente para ser dirigidos por Dios. Pero es lo que el diablo ataca. Por eso es extremadamente raro encontrar a matrimonios sanos y firmes, íntegros y en buena comunión como cónyuges.
¿Quieren estar de buena salud espiritual? Admitan que no están sanas y busquen al Médico Divino para que les sane y les cuide. Cristo vino para esto mismo y debemos dejarle curarnos. Los fariseos pensaban que no necesitaban al Médico porque eran hipócritas, actuando como justos pero muy enfermos de corazón. Seamos íntegros como discípulos del Maestro y El nos llevará a esa meta de ser como nuestro Maestro (Lucas 6:40).
Abrazos, Samuel