FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 27 – Samuel Clark
LA AMARGURA
Queridos amigos casados:
Tenemos unas matas hermosas en nuestro pequeño jardín – un regalo de vecinos queridos cuando salieron de nuestra privada. ¡Una buena manera de recordarles! Estas plantas tienen una facilidad increíble de extenderse en las cuatro direcciones por su extraordinario sistema de raíces. Fácilmente podrían llenar mi jardín si yo las dejara. Para limitarlas a su propio lugar tengo que estar cortando sus raíces que se extienden por varios metros y allí salen otras plantitas.
Esta planta me hace pensar en un versículo de la Biblia que tiene mucha importancia para la familia. Es Hebreos 12:15: “Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados …”
La falta de gracia divina en una vida permite que la mala mata de la carne humana envíe su raíz de amargura para brotar en dificultades y contaminaciones. Así como mi mata bonita puede multiplicarse rápidamente, la vieja naturaleza no cortada puede causar graves problemas de enojo, rencor, odio y envidia por la ra íz de amargura.
¿Qué es la amargura? Es un sabor ofensivo y desagradable como la hiel o los ácidos estomacales que ocasionalmente eructamos y nos causan malestar. No es sólo “acidez” como de un limón que es hasta agradable. Es algo que molesta nuestro gusto por la vida. En términos prácticos, la amargura es lo que uno siente hacia otros por supuestas ofensas, pleitos desagradables o desacuerdos profundos. Es cuando no queremos estar con una persona por algo que pasó entre nosotros.
Ya ven por qué dije que es importante para la familia. No hay otro ambiente como el seno del hogar donde hay peligro de roces interpersonales: esposo-esposa, padres-hijos, hermanos, tíos, primos… La mayoría de las veces cuando hay un problema en la familia solimos perder el control de la lengua. Sigue la falta de control sobre puños y pies. En la casa hay más libertad de expresión mientras en un medio más público como el trabajo o la escuela tendríamos vergüenza de portarnos tan carnalmente, especialmente si saben que somos cristianos. Pero en el hogar, donde todos nos conocemos ya de años de experiencias, sentimos el terrible desenfreno de las acciones carnales.
Para que me entiendan voy a citar parte de la lista de las obras de la carne según Gál. 5:20: “…enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones…” 1 Corintios 3:3 dice: “…Pues habiendo celos y contiendas entre vosotros, ¿no sois carnales y andáis como hombres?” Es decir, actuar como inconversos que no tienen el Espíritu cuyo fruto es dulce: amor, gozo, paz, tolerancia, benignidad, templanza, dominio propio, etc.
Desgraciadamente es en el hogar donde uno cree que no tiene que controlarse, especialmente si algo le molesta. Unos dulces hombres hay que se convierten en monstruos en la privacidad de su hogar. Hay mujeres que hablan como marineros cuando alguien les molesta en casa. Y los hijos, ¿qué aprenden? ¿Serán ellos “raíces de amargura” que extienden la misma cosa que han aprendido tan bien de sus maestros de carnalidad? La carne incontrolada es una mata muy fructífera.
La pregunta es: ¿Quieren reproducir esta amargura en el mundo al través de sus hijos y sus futuros hogares? Si no quieren esto, tienen que cuidar su conducta como padres. Lo más natural en el mundo es reproducir lo que somos…no lo que creemos que somos ni lo que otros dicen que somos.
En el jardín necesitamos usar el machete para controlar nuestra matita. En la vida cristiana es por la identificación por la fe en la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo que somos librados del hombre viejo para ser nuevos, siervos de justicia (Romanos 6). Es por andar en el Espíritu Santo y no en la carne, pensando Sus cosas y no las de la carne, que somos transformados en hijos de Dios que se parecen al Hijo Unigénito del Padre (Romanos 8).
Los que no entienden el mensaje de Romanos 6 y 8 son los que dejan de alcanzar la gracia de Dios en su vida y luego en su familia. Vivir en el ambiente de la gracia de Dios es la nueva vida producida por el Espíritu de Jesucristo en nosotros. Los que apagan al Espíritu (1 Tesalonicenses 5:19) o entristecen al Espíritu (Efesios 4:30) son los que dejan de participar de la gracia y vuelven a la naturaleza humana con todos sus maldades.
Una vida de gracia es uno que demuestra la misma naturaleza divina de amor y perdón que ha recibido de Dios. Una vida de gracia aguanta faltas, olvida ofensas, trata bien a los que le maltratan y ayuda a los que tienen problemas. La raíz de la amargura no encuentra dónde brotar en un ambiente de gracia.
Lo que tenemos que practicar para asegurar ese ambiente de gracia est á en Efesios 4:31,32:
“Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia. Sed más bien amable unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.”
Y también Colosenses 4:6:
“Que vuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada persona.”
Amigos, esto es solamente posible si andamos por fe. Por gracia somos salvos por medio de la fe. Desde el primer paso hasta el último es por pura gracia mediante la fe en Cristo y Sus promesas. La vida de gracia es la que glorifica a Dios solamente. Entonces no brotarán las raíces malas en nuestro contorno.
Para familias de gracia,
Samuel