FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 28 – Samuel Clark
GUARDANDO LA FIDELIDAD
Queridos amigos casados:
El enemigo Número Uno del hogar cristiano es la infidelidad al cónyuge. En ciertas culturas hay más incidencia de infidelidad de parte del esposo. Las mujeres están en casa y tienen poca oportunidad o tentaciones a la infidelidad, como entre las musulmanas o las indígenas de América. Pero hoy el número de mujeres casadas infieles está en aumento alarmante. Trabajan fuera de la casa, tienen posiciones buenas y están en una relación diaria con hombres. La atracción física y sexual en el trabajo es un problema grave. Son tentadas a buscar “el amor” en una relación con algún compañero. Por supuesto, los hombres igualmente son tentados a tener su desliz, especialmente si su relación sexual y amorosa con su pareja no es satisfactoria.
Proverbios 5:18-20 es un buen guía en este problema. “…Alégrate con la mujer de tu juventud,” o sea, con la que escogiste cuando era joven y bella, la que amabas sobre todas las demás, la madre de tus hijos que te ha servido y ayudado durante todo tu matrimonio. Igual, mujeres, tómenlo para su guía también: alégrate con ese hombre que te escogió y te hizo su esposa. La alegría del matrimonio no está en el mucho trabajo o en las obligaciones sino en la relación íntima con el cónyuge. Es, o debería ser, igual para el hombre y para la mujer. ¿Es una alegría tu intimidad conyugal? Si no lo es, hay peligro. El pasto parece m ás verde al otro lado de la cerca.
“… sus caricias te satisfagan en todo tiempo…” La satisfacción sexual es un elemento importante en el matrimonio. Cuando la hay, habrá más ternura y menos roces. Cuando no la hay, habrá más irritaciones y problemas. En los tiempos de nuestros abuelos y padres, no se hablaba mucho de esto. Ahora está en todas partes: canciones, T.V., cine, novelas, artículos en revistas.. Por ende está en la mente de todos que debería ser una gran satisfacción. El problema entra cuando uno cree todo lo que ve, oye y lee, y compara su relación con aquello que es ficción o exageración. En realidad, la satisfacción no significa una locura de emociones sino una gran paz en medio de un gran placer. No hemos de imitar a lo que el mundo dice y hace, sino buscar todo lo que Dios tenía en mente: alegría y satisfacción. ¿Quedas satisfecho con tu intimidad o sientes que algo importante falta? La falta de satisfacción es tan peligrosa como la falta de alegría.
“… y en su amor recréate siempre…” Otro aspeto clave es la recreación, o sea, que estamos enamorados otra vez, más complacidos el uno con el otro y más convencidos de que tenemos lo que necesitamos. Así no buscaríamos a otro. Nos recreamos emocionalmente en una buena relación íntima. Por esto el vs. 20 pregunta “¿Por qué has de embriagarte, hijo mío, con una extraña…?” Con la alegría, satisfacción y recreación de la buena relación matrimonial no habrá ninguna necesidad, ni deseo, de buscar otra relación. Dios nos creó con una necesidad pero proveyó en el matrimonio todo lo que uno necesita.
¿Estás siendo recreado en la intimidad de tu matrimonio? Si no, estás a un paso del adulterio. Es cuestión de tiempo y circunstancias porque la voluntad ya es vulnerable, debilitado por las faltas básicas en tu relación matrimonial.
Aunque el adulterio es un peligro para ambos cónyuges, tengo que confesar que como hombre tengo un par de problemas serios. Se llaman “ojos”. El hombre, mucho más que la mujer, es atraído por el ojo y los pensamientos. Se prenden por la hermosa cara, la figura femenina y los ojos coquetones. ¿Se dan cuenta las mujeres de esta debilidad nuestra? Aún las casadas parecen deseosas de atraer la vista masculina. Aún las cristianas buenas no aparentan darse cuenta de este problema. Puede ser cosa de modas para ellas, pero para el hombre es una lucha constante cuando visten para mostrar sus encantos. Puede ser que lo hacen únicamente para su esposo, porque el esposo lo quiere, pero es un problema para los esposos de otras mujeres.
Este es un tema muy espinoso. Nadie quiere poner leyes ni pedir que se tapen como musulmanas. Lo que los hombres queremos es que nos ayuden a no estar pecando en nuestras mentes por lo que están demostrando de sus cuerpos. Jes ús dijo en Mateo 5:28,29:
“Oíste que fue dicho, No cometerás adulterio. Pero Yo os digo que cualquiera que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio en su corazón. Por esto, si tu ojo derecho es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es que se pierda uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno…”
Si Jesús dijo esto en Su tiempo cuando las mujeres se vestían tan modestamente, hasta con velos, ¿cuánto más difícil es hoy? Es posible que los hombres vean y codicien a las mujeres aún cuando ellas se vistan muy decentemente. El problema no es sólo el vestido o el traje de baño, para el hombre es muchísimo más difícil cuando las mujeres se visten para ser admiradas con los ojos.
Job, en los días de los patriarcas de la Biblia, tenía problemas:
“Hice pacto con mis ojos de no fijar la vista en ninguna doncella. Porque ¿qué galardón me daría Dios desde arriba o qué heredad el Omnipotente desde arriba? ¿No hay quebrantamiento para el impío y extrañamiento para los que hacen iniquidad? ¿No ve El mi camino y cuenta mis pasos?”
Lo que Job hizo era hacer un voto de no fijarse, quedar mirando, codiciar a ninguna doncella que no fuera su esposa. Todos los hombres cristianos debemos hacer este voto. Esto no quiere decir andar vendado de los ojos. Sencillamente, ver en otra dirección y pensar en otra cosa. David, el rey bueno, cayó en pecado con Betsabé porque no siguió el ejemplo de Job. Vio, siguió viendo y pensando mientras la observaba bañándose desde su casa. Luego cayó en pecado. Este voto es algo que todo cristiano debe hacer “con sus ojos” porque su cuerpo es templo del Espíritu Santo. Debemos glorificar a Dios con nuestro cuerpo y espíritu, son morada de Dios (1 Cor. 6:19,20).
Para ayudarnos, podemos aprender algunos versículos como estos de memoria y repasarlos a menudo. Salomón dijo en Proverbios 7:1-5:
“Guarda, hijo mío, mis razones y atesora mi mandamiento contigo. Guarda mis mandamientos y vivirás y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos, escríbelos en la tabla de tu corazón. Di a la sabiduría, Tú eres mi hermana, y a la inteligencia llama parienta tuya, para que te guarden de la mujer ajena, de la extraña de palabra salamera.”
El Salmista también dijo:
“Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti.” (Salmos 119:9,11)
La Palabra de Dios obedecida y memorizada es una arma poderosa contra las tentaciones. Esto es cierto para hombres que luchan con sus ojos adúlteros o la mujer que lucha con los deseos de su carne y los placeres de una relación con otro hombre.
Satanás está arruinando todo lo bueno y decente que queda en el mundo para usarlo en su batalla contra la Iglesia de Cristo. Quiere seducirnos como sedujo a Eva para desobedecer a Dios. Así logra nuestra miseria y matrimonios destruidos, hijos dañados y gente desilusionada con todo. Estas son Sus metas para tu matrimonio, amigo. Créeme. Estás en una batalla y necesitas las armas espirituales (2 Cor. 10:3-5) y la armadura espiritual (Efesios 6:10-18) para ganar esta batalla. No te confíes. No te arriesgues. No te acerques a la tentación (1 Cor. 10:12). Haz el voto con Cristo de hacer todo lo que te toque hacer para andar en Su victoria y glorificar Su nombre solamente.
Abrazos,
Samuel