FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 35 – Samuel Clark
¿CRITICAR O MOSTRAR AMOR?
Queridos amigos casados:
Dice Santiago 5:9: «Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis juzgados; mirad, el Juez está a las puertas.» El hogar no debe ser un nido de iras no resueltas, rencores no perdonados, quejas contra otros, críticas de los hermanos – ni los familiares ni los amigos cristianos. Nuestros hijos aprenderán a admirar, respetar y amar a otros de nuestros comentarios en el hogar … o aprenderán a odiar, sospechar, rechazar y despreciar a los demás por lo que oyen. Sus oídos están abiertos a todo lo que platicamos.
Algunos creen que no deben esconder a sus hijos sus sentimientos hacia los demás porque piensan que eso es hipocresía y falta de honestidad. Pero yo pregunto: ¿Cómo van a aprender a perdonar a otros si no ven que sus padres cristianos buscan la paz con todos? Jesús dijo: «Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda» (Mateo 5:23,24). Si vamos a una reunión y hay otros cristianos allí a quienes hemos criticado en el hogar, ¿qué van a aprender si no tratamos de arreglar nuestras broncas con ellos? Esa es la hipocres ía que deberíamos evitar.
Jesús dijo: «Amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen; orad por los que os vituperan» (Lucas 6:27,28). ¿Cómo van nuestros hijos a aprender de Jesús el Reino de Dios, la humildad y la mansedumbre si estamos hablando mal de otros en nuestro hogar? Estas son las reglas del Reino Celestial y debemos tener mucho cuidado en practicarlas delante de los hijos para que aprendan bien el Camino de Dios.
Si no podemos decir algo positivo de otros, por lo menos no debemos decir algo negativo. Aún en nuestras oraciones familiares podemos chismear y revelar secretos que dañan la reputación de otro que está pasando por un tiempo difícil. Hay cosas que no se deben decir acerca de otros porque son acusaciones que el diablo va a usar para destruir a otra persona. Mejor ir a la persona y averiguar por qué sucedió algo y luego exhortarle con humildad y ayudarle a corregir la situaci ón.
¿Qué es lo opuesto de una queja contra alguien? Pues, es la acción de gracias sincera por los puntos buenos en su vida, la admiración de sus cualidades mejores y sobre todo el amor que cubre multitud de pecados. Ese amor es la esencia de la vida cristiana: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» ¿Cómo amar a un amigo difícil? 1 Tesalonicenses 1:3 habla del «trabajo de vuestro amor». 1 Juan 3:18 habla de amar no con palabras sino con hechos.
Lo que podríamos hacer como proyecto familiar es hacer algo bueno por alguien que nos es difícil de amar. Un servicio de amor habla más que miles de palabras. Te aseguro que los hijos aprenderán a amar si hacemos cosas que les ayudan en sus dificultades con un sacrificio nuestro.
Durante las vacaciones que pasamos recientemente en Houston, Texas con nuestra familia sucedió algo que Dios usó para enseñarnos esto. Los niños vecinos estaban haciendo mucho escándalo con cohetes y unas explosiones tremendas. Un vecino se quejó a los niños (y a sus padres) y hasta llamó a la policía una vez. Los chichos reaccionaron y el primero de enero su patio al frente de su casa amaneció cubierto todo con papel de baño – rollos y rollos guindando de los árboles.
Decidimos ir a ayudarles a limpiarlo. Eramos 12 de nuestra familia con los nietitos que unas veces también echaron cohetes con sus amigos. Nos pusimos a trabajar al lado de la pobre pareja. Creo que los nietos aprendieron de esto mucho más que de unos «sermones» de parte nuestra. Era un domingo temprano y nos alegró el día haberlos ayudado a los vecinos en un momento incómodo. Así aprovechamos para enseñar a los nietos a practicar el amor. No fue algo difícil ni especial, solamente el amor en acción. (Y para nuestra sorpresa, por la tarde la vecina nos trajo un rico pastel en gratitud y son de amistad.)
Me parece que estamos perdiendo muchas oportunidades diarias para enseñar la cultura del Reino Divino a nuestros hijos. Enseñar el amor es la meta del discipulado, pues, es cuando amamos a otros como Cristo nos amó que los demás se dan cuenta de que somos Sus discípulos verdaderamente.
La verdad es que palabras negativas sólo pueden producir acciones negativas. Actitudes críticas sólo producen acciones orgullosas. Tengamos como meta siempre crear un ambiente positivo, optimista, amable y de mucha fe en el poder de Dios para cambiar a las personas. Cuando nos quejamos, criticamos o acusamos a otros frente a nuestros hijos estamos enseñándoles a actuar como el diablo, «el acusador de los hermanos». La palabra diablo significa calumniador, uno que dice lo malo de todos. Su otro nombre propio, Satanás, significa adversario. Cuando hablamos mal o criticamos somos «diabillos satánicos». Si hay algo que está mal en un amigo cristiano, la regla es hablar con él para ayudarle a superar sus problemas. Nunca debemos hablar de sus problemas frente a nuestros hijos.
Una debilidad de la carne que tenemos que crucificar con Cristo es el gusto de decir y oír chismes. Dios odia a los que siembran discordia entre los hermanos (Proverbios 6:16-19). Lo odia porque es obra satánica. No envenenemos las mentes de hijos ni de amigos con esas quejas. Según Santiago, si lo hacemos vendrá la condenación del Juez Divino. No se refiere a la condenación de los incrédulos sino el juicio de los cristianos sobre nuestras obras buenas y malas, mencionado en 1 Pedro 1:17 y 2 Corintios 5:10. Se trata de recompensas buenas o la pérdida de ellas. Amigos, es cosa seria. Por esto he sentido la necesidad de compartir esta palabra de exhortación con Uds. Por el bien de nuestros hijos y por el bien de nosotros mismos debemos cuidar mucho nuestras palabras.
Según Santiago 3:1-18, la lengua es uno de los más difíciles componentes de nuestra conducta. Tenemos que aprender a controlarla o nos va a llevar a hacer cosas que producen muy malas consecuencias.
He encontrado que mis pensamientos son el problema verdadero. Si pienso mal, voy a hablar mal. Si pienso bien, voy a actuar bien. «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay virtud o algo que merece elogio, en esto meditad» (Fil. 4:8,9).
Entonces, no hablaremos mal de nadie.
Abrazos,
Samuel