FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 37 – Samuel Clark
LA VERDADERA VICTORIA
Queridos amigos casados:
¿Han leído 1 Corintios 15:57 últimamente?
«pero a Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.»
Es fácil sacar un texto de su contexto y crear una doctrina falsa de la misma verdad. El contexto de I Corintios 15 es la victoria final en la resurrección de la muerte, el Reino Mesiánico iniciado y la vida eterna y los nuevos cuerpos ya vistiendo nuestras almas salvadas por la muerte y resurrección de Jesús el Salvador. No es la sanidad, el éxito, la abundancia económica, ganar la lotería ni – y escúchenme bien – ni una familia (o vida personal) perfecta mientras vivimos en estos cuerpos de pecado, debilidad, fallas y derrotas pequeñas o grandes. ¿Te suena como blasfemia?
Tengo que testificar ante Uds. que así es conmigo y con todos los cristianos que yo conozco bien. No importa de qué grupo cristiano son o qué doctrina practican, la realidad es muy diferente al idealismo que muchos profesan. La realidad es que muchos de los mejores y más victoriosos cristianos que conozco están sufriendo situaciones que muchos dicen que vienen por falta de fe o de espiritualidad o de una experiencia grandiosa de religión.
¿Por qué digo que son victoriosos? Muestran el amor con grandes servicios a otros, muestran la fe con obras de obediencia bien difíciles y muestran la esperanza firme en la victoria final. Esto produce en ellos un gozo inefable y lleno de gloria (1 Pedro 1:8,9) que es mucho más que la felicidad de no tener problema alguno.
La verdad es que la victoria de Cristo aquí en esta vida no es la ausencia de problemas y sufrimientos sino esa fe inquebrantable que les permite vivir sin dudar de la gran bondad de Dios aún cuando las cosas van «diferente» a lo que quisieran. Siguen orando con fe aun cuando no se cumplen sus peticiones en la forma en que ellos esperaban. Siguen dando testimonio de Su grandiosa salvación porque saben que Dios les ha unido a Cristo en Sus victorias sobre el pecado, las tentaciones, el poder del mundo y los ataques satánicos. Esta es la victoria de Cristo que las Escrituras nos prometen.
Algunos de mis amigos han perdido hijos en muertes crueles pero siguen glorificando a Dios por Su perfecta voluntad. Algunos han perdido su casa en incendio o inundación pero siguen confiando en Dios para todo lo que necesitan. Algunos han tenido que sufrir un divorcio triste pero siguen obedeciendo a Dios sin buscar venganza. Otros sufren con las infidelidades o los abusos físicos pero siguen en obediencia orando por su cónyuge. Muchos han visto a sus hijos rebelarse y arruinar sus vidas en la droga, el alcoholismo o la perversidad sexual pero siguen intercediendo por ellos sin cesar. Hay quienes han perdido trabajo y sueldo para vivir con escasez y necesidades día tras día pero siguen dando gracias a Dios por el privilegio de aprender la fe verdadera en su vida difícil.
No oímos esta clase de testimonios a menudo. Los testimonios son de «victorias, milagros, liberaciones». Sí, Dios da estos también, pero las victorias más impresionantes son las vidas que siguen fieles cuando no hay ese tipo de victoria. No es para nosotros ni nadie más escoger cuál clase de victoria Dios quiere que manifestemos en nuestra vida. La voluntad de Dios, no la nuestra, como oró nuestro Señor, debería ser lo único que busquemos siempre. ¿Es esta la clase de victoria que tú quieres?
Hay quienes dicen que si tú tienes fe puedes pedir cualquier cosa y Dios la hará, hasta el color del Cadillac que estás pidiendo. Esta no es doctrina sana, amigos. La Palabra de Dios dice que si es Su voluntad, entonces podemos saber que la vamos a recibir (1 Juan 5:14,15). Romanos 8:26,27 dice: «Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles; y aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque El intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios.»
Lo que pasa es que yo puedo pedir con mucha fe algo que no es la voluntad de Dios, pero el Espíritu de Dios en mí está pidiendo lo que es la voluntad de Dios. ¿A quién va a escuchar el Padre para dar una respuesta buena? Entre más cerca andamos de Dios y más llenos de Su Espíritu seamos, más pediremos las cosas que Dios quiere hacer en nuestras vidas y en las de nuestros amigos por quienes estamos pidiendo. Las cosas que le glorifican más son las victorias en nuestras almas, en nuestro servicio por El y en las luchas contra el enemigo en el mundo espiritual.
La victoria en la familia es cuando todos y cada uno de nosotros esté andando por la fe y no por vista, y cuando le amamos de todo corazón no importa lo que sea Su voluntad para nosotros en un momento dado. Los que tratamos de servir a Dios en Su obra debemos saber que el diablo nos ataca especialmente. Por esto necesitamos tener como prioridad en el hogar el conocimiento y amor de Dios que se expresa en la obediencia de Sus mandamientos en nuestras relaciones familiares. El diablo bien sabe que si puede meterse por allí en malestares, fricciones, pleitos y separaciones, entonces vamos a ser infructuosos e inservibles para Dios.
No puedo vencer a Satanás si no soy fuerte en el Señor y el poder de Su fuerza, si no estoy vestido con toda la armadura de Dios (Efesios 6:10-18). Las verdaderas victorias vendrán de mi relación íntima con el Señor por medio de Su victoria en la cruz. Mucho me temo que muchos estén buscando experiencias espirituales como un atajo para no caminar por la senda de la cruz. Victorias en la vida de obediencia individual son mucho más importantes que cualquier otra parte de la vida cristiana. Estas victorias permiten que el poder del Espíritu obre a través de mí a las vidas de los otros miembros de la familia. Sólo puedo dar a otros lo que tengo.
Que Dios nos ayude a entender Su manera de darnos victoria para glorificarle plenamente.
Abrazos,
Samuel