FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 41 – Samuel Clark
LA OBEDIENCIA
Queridos hermanos casados:
El otro día leí un pasaje de un libro escrito por un autor judío que me enseñó una gran verdad que quiero compartir con Uds. El dijo, citando a un famoso rabino de antaño, que cada vez que obedecemos las enseñanzas de las Escrituras es como sembrar un árbol que vive y permanece en la vida personal, familiar o de comunidad. Quiero pensar con Uds. sobre esta analogía para la familia.
Hay dos lados de esta proposición que debemos considerar: el lado positivo cuando aprovechamos las oportunidades de obedecer Su voluntad, y el negativo cuando no obedecemos y perdemos la oportunidad. Así es, en realidad, la vida de fe. Si creemos/obedecemos, vamos a tener consecuencias buenas. Pero si desobedecemos/no creemos, vamos a sufrir las consecuencias malas, o por lo menos la pérdida de lo que pudiéramos haber ganado obedeciendo.
Esta es una realidad presente y futura. Ahora mismo hay bienaventuranzas (aun en los sufrimientos) para los que buscan con acciones obedientes el Reino de Dios y Su justicia (Mateo 6:33). La paz, el gozo, la seguridad, la satisfacción y tantas otras bendiciones espirituales son derramadas sobre los que obedecen. Y en el futuro habrá recompensas prometidas como “una herencia” que no veremos hasta aquel día cuando delante del Tribunal de Cristo todos apareceremos para recibir según lo que hayamos hecho, sea bueno o malo (2 Cor. 5:10). Ahora mismo el desobediente desconoce las bendiciones espirituales. En el futuro no recibirá las recompensas prometidas a los que le obedecen. La Biblia habla de premios, galardones, coronas y recompensas que ganan o pierden los cristianos según su fe que obra en amor o su incredulidad que no hace lo que debía de hacer.
Volviendo a la analogía, quiero sugerir que pienses en tu vida por unos momentos delante de la mirada del Señor. ¿Cómo es tu vida a la luz de este ejemplo? ¿Es un desierto seco de piedras y plantas desérticas inútiles? ¿Es una pradera con algo de pasto por lo menos? ¿Es un jardín cuidado aunque pequeño? ¿Es una huerta de árboles fructíferos? ¿Es un bosque de altos árboles útiles para todos? Según la parábola, los actos de obediencia intencional son las matas vivas que están en tu vida. La obediencia es siempre una decisión de seguir el camino de Dios en vez de seguir el de este mundo, la carne o el diablo. Por esto el Señor dice: “Velad”, o como una traducción dice “Prestan atención” para obedecer y no caer en las tentaciones. Esto implica que debemos estar pensando, no dormidos o distraídos, frente a las acciones de cada momento. Sólo si pensamos según la Palabra de Dios vamos a tomar decisiones sabias de obediencia.
Debemos hacernos preguntas antes de actuar. ¿Esto es del agrado de Dios? ¿Esto va a traer consecuencias positivas o negativas? ¿Esto glorifica o sirve a Dios? ¿Es un acto de amor a Dios y a otros, o a mí mismo? Pruébalo: ¿cuántos segundos se necesitan para hacerlas? Pocos. En poco tiempo podemos cambiar el presente y el futuro con una decisión de obedecer. Un acto de obediencia parece tan pequeña, tan insignificante, como una semilla o un retoño que sembramos…pero qué grande puede llegar a ser.
Piensa conmigo en esto. Unas obediencias son pequeñas en realidad. Un acto de amor o servicio no es gran cosa, pero como una semilla de una planta de especias da sazón a la sopa, estos actos son aroma de Cristo a un mundo egoísta. Un acto de honestidad o de decir la verdad es una pequeña obediencia, pero como las plantas que producen pequeñas frutas o verduras, dan fuerza a nuestro testimonio ante el mundo. Tantas cosas pequeñas son de mucho beneficio en el mundo. Otras obediencias más difíciles nos cuestan más y son necesarias para tener vidas de fruto. No decir una palabra grosera, no actuar en ira, no criticar a otros, no mirar con lujuria con los ojos, etc. Estas no son tan pequeños pero tampoco son tan grandes, así que pensamos que no son importantes. Pero son obediencias que siembran las plantas de frutas y verduras muy necesarias para la salud de la familia. Feliz el hogar que tiene muchas matas de estas para satisfacer y hacer crecer la vida espiritual con mucha abundancia. Triste la familia que sólo tiene espinos, malezas, hierbas inútiles llenando su jardín espiritual.
Hay obediencias importantes que todos tenemos que escoger en algún momento o tal vez durante un período largo. Es un árbol muy importante para tener en tu jardín espiritual. Da sombra y seguridad a todos. La integridad en el negocio es una obediencia clave. Pagando los impuestos, asegurando a los empleados, pagando deudas a tiempo, cumpliendo todo lo que prometemos, etc. La justicia de Dios es el árbol de obediencia más olvidada o menos cuidada en la mayoría de los hogares, aun los cristianos. Pocos son los que están dispuestos a obedecer en las cosas que van a costarnos económicamente o en términos de nuestras ambiciones.
Quiero sugerir que necesitamos atender bien las pequeñas, las medianas y las grandes para tener vidas que agradan y dan gloria a Dios. Las cosas que perduran y dan mucho fruto cuestan mucho más compromiso con Dios, pero las cosas menores también son importantes. Necesitamos estar sembrando esas matas beneficiosas todo el tiempo para tener familias que producen mucho fruto para la gloria de Dios.
Me ha ayudado mucho ver que en verdad ningún acto de obediencia es insignificante para el Señor. Pero esto implica que también ningún acto de desobediencia es insignificante, ¿no? Todo es importante porque todo tiene un valor presente y futuro para el cristiano que confía en las promesas de Jesucristo.
¿Por qué no vivimos nuestras vidas con más atención a los detalles, si son de obediencia o no? Porque la mayor parte del tiempo no andamos por fe sino por lo que vemos, oímos y sentimos. La vida de fe es la que cree la Palabra del Señor y la quiere obedecer. No como una ley fría, dura, sino como una oportunidad de sembrar algo que va a durar por toda la eternidad.
Amigos, nuestro Señor nos llama “mis amigos” solamente si hacemos lo que El manda. Si estamos convencidos de que esto es bueno ahora y para siempre, no nos parecerá “gravoso” sino mas bien un acto de amor hacia Aquel que nos amó tanto. Sembremos, pues, aquellas matas vivas que serán de mucha bendición después.
Abrazos,
Samuel