FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 57 – Samuel Clark
MANTENIENDO BUENA COMUNICACIÓN CUANDO HAY DESACUERDOS
Queridos amigos:
Hace algunos 200 años el boxeo era mucho más brutal que hoy en día. No usaban guantes. No había asaltos. Se peleaban hasta que uno no podía ya levantarse. Las peleas duraban mucho. Sólo se terminaban cuando uno no podía continuar por el famoso “nocaut”, heridas muy serias y pérdida de sangre.
Todo esto evolucionó en lo que hoy llamamos el deporte del boxeo porque cierto señor dijo: “Basta de brutalidad excesivo” y propuso unas reglas que ahora llevan su nombre, “El Marquís de Queensbury”. No que haya cambiado demasiado el resultado – orejas aplanchadas, dientes sacados, narices quebradas, contusiones, aun la muerte. Pero en comparación a lo que era, sí es más seguro y menos bestial. En todas sus formas es un deporte peligroso y difícil de practicar.
En nuestros días la comunicación familiar es parecida en muchos casos. Cuántas veces termina en unos abusos verbales (que muy difícilmente se sanan) o físicos que a su vez resultan en problemas con la ley, los vecinos, los familiares, y aun separaciones y rencores de larguísima duración. Me parece que necesitamos una especie de reglas bíblicas y prácticas para evitar tales consecuencias graves o aun fatales, especialmente cuando hay un conflicto entre miembros de la familia.
Alguien me dirá: “¿Por qué dices esto a tus amigos cristianos?” La experiencia me ha enseñado que es necesario poner freno a las malas comunicaciones que actualmente están experimentando algunos matrimonios de cristianos. Si ahorita tienes malas comunicaciones en tu familia, aunque sean menores, necesitas saber que es un mal que crece hasta llegar a ser un problema grandotote.
Me hace pensar en la historia de un cazador que encontró un cachorro de tigre. Lo llevó a su casa y lo crió. Era manso y bien educado por años pero por supuesto ya no era un cachorrito sino un animal de tamaño enorme. Un día el amo se cortó la mano en su trabajo. Se echó a descansar un rato en su cama. El tigre vino y empezó a lamerle la herida. Se sentía tan bien que el cazador se durmió. Y nunca despertó. ¿Por qué? Porque en aquel animal se despertó lo que era su natural gusto por la sangre y carne humana. Su amo era ya nada más que un banquete rico para aquel tigre “amansado”.
¿Tienes un tigre en tu casa? ¿Está bien controlado ahorita? ¿Está creciendo? Amigo, es cuestión de tiempo y oportunidad. Aquella fiera te puede devorar.
Por esto la Biblia habla mucho de la comunicación buena y nos advierte de la mala tan peligrosa. Me atrevo a ofrecer algunas “reglas” para tu familia tomadas de la Biblia y mis años de trabajar en el discipulado de la familia.
1. “ En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, mas el que refrena sus labios es prudente.” Prov. 10:19
Decidan hablar poco y refrenar palabras que no vayan a ayudar y edificar a otro. Este es el problema principal en la comunicación familiar: decimos demasiado y luego no podemos borrarlo de la memoria del otro. Hay una cosa peor que “no hablar” (que también es malo) y eso es hablar demasiado y no refrenar la lengua. Si deciden hablar poco y claramente sin añadir, repetir y olvidarse de que el otro también tiene que hablar, es una gran ayuda.
Algunos casi necesitan poner un límite en términos del tiempo que van a hablar porque no saben “aterrizar”. “El hombre prudente guarda silencio” (Prov. 11:12) porque sabe que hay un tiempo para callar y un tiempo para hablar (Eclesiastes 3:7). El tiempo de callar es cuando el otro está hablando. Parece que los buenos modales no se aplican mucho “en familia”.
2. “ Hay quien habla sin tino como golpes de espada, pero la lengua de los sabios sana.” Prov. 12:18
Hablar sin tino es hablar sin pensar o como la mayoría habla “mientras piensa”. Este es una receta para el fracaso en la comunicación familiar a menos que hablen sin emociones negativas que hacen daño a otros. Las palabras de la sabiduría de arriba son primeramente puras, después pacíficas, amables, benignas, llenas de misericordia y buenos frutos, según Santiago 3:17. Por esto las palabras sabias sanan y no hieren. Pablo dijo: “No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan” (Efesios 4:29).
Los que hablan poco suelen guardar sus palabras como pensamientos y luego los sueltan sin pensar en el otro. Los que hablan demasiado dicen, y dicen, y dicen, tanto que los otros ni les escuchan. La comunicación familiar requiere un pensamiento maduro entrenado por el conocimiento de la Biblia en vez de las ideas de los hombres, de nuestra cultura o de nuestro egoísmo natal.
3. “La suave respuesta aparta el furor, mas la palabra hiriente hace subir la ira. ”
Prov. 15:1
El 95% de los argumentos familiares podrían evitarse con esta regla sencilla. Es natural responder como fuimos tratados. Es sobrenatural, espiritual, divino responder suavemente con amor. La carne humana es el problema; no lo que dijo el otro, sino qué voy a responder. ¿En mi carne? ¿En el Espíritu Santo? A veces es más sabio no responder nada, pero si puedo responder en el amor que busca el bien del otro, estoy en el buen camino de sanidad. “La lengua apacible es árbol de vida.” Prov. 15:4
4. “El oído que escucha las reprensiones de la vida, morará entre los sabios.”
Prov. 15:31
Nuestra primera necesidad en la comunicación familiar es saber oír. No oímos cuando hablamos mientras otros están hablando. El que habla sólo está moviendo el aire con palabras si el otro no está escuchando. Y no estamos aprendiendo mucho cuando hablamos. Pensamos que el otro tiene que oír, aprender, recibir nuestra sabiduría, así que llenamos el aire con palabras que no se escuchan. ¡Qué inútil es esta clase de “comunicación”! La diferencia entre escuchar palabras y oír lo que el otro me quiere decir es a veces muy grande.
Bueno, amigos, creo que podemos ver y entender que necesitamos aprender más acerca de la comunicación buena en el seno de una familia cristiana. Pienso continuar en otra carta con algunos pensamientos sobre este tema, si Dios me lo permite.
Abrazos,
Samuel