FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 61 – Samuel Clark
MALDICIONES
Queridos Amigos del Camino:
Una de las preguntas que nos hacen muchas personas es si ellos y sus hijos están bajo ciertas maldiciones porque sus parientes eran idólatras, hacían limpias o buscaban los poderes del ocultismo popular. Esta posibilidad atormenta a los que tuvieron tales experiencias en su niñez y algunos en sus vidas de adulto. Es una área de mucha ignorancia en el mundo en que vivimos.
El único que puede vencer el poder de lo oculto es el Todopoderoso Dios quien es Luz: El alumbra la oscuridad del mundo bajo la influencia del mentiroso Satanás. Cristo dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Una relación personal de fe en Cristo Jesús como el Salvador del mundo rompe las relaciones del pasado con las tinieblas y nos traslada del reino de tinieblas al Reino del Hijo de Dios (Col. 1:13). El perdón de los pecados nos libera de las cadenas del diablo y nos permite nacer de nuevo, nacer de arriba, nacer de Dios como hijos de Dios. Ningún hijo de Dios está bajo condenación por sus pecados (Juan 5:24; Rom. 8:1,33,34) ni hay maldiciones posibles porque Cristo fue hecho maldito en la cruz por nosotros. Habiendo El sufrido por ello, ya no hay maldición contra nosotros (Gál. 3:13,14).
En Núm. 22:1-41, Núm. 23:1-30, Núm. 24:1-25 Dios nos da la historia de un incidente mientras la nueva nación de Israel atravesaba el desierto. El rey de Moab quiso maldecir a Israel por medio de un poderoso profeta llamado Balaam. Es bastante misterioso este pasaje por la gran diferencia en las culturas medio orientales y la nuestra. Lo que llama la atención y nos puede ayudar en nuestra peregrinación por este mundo, es lo que Balaam tuvo que decir al Rey Balac en tres diferentes intentos de “maldecir”.
Núm. 23:8 – “¿Cómo maldeciré a quien Dios no ha maldito? ¿Cómo condenaré a quien el Señor no ha condenado?” Suena exactamente como lo que dice Pablo en Romanos 8:30-39.
Núm. 23:19-23 – “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho El, y no lo hará? ¿ha hablado, y no lo cumplirá? Mira, he recibido orden de bendecir; si El ha bendecido, yo no lo puedo anular….”
Núm. 24:9 – “… Benditos los que te bendigan, y malditos los que te maldigan.” Añadió que Israel aplastaría a Moab en el futuro (Núm. 24:17).
Como cristianos salvos de la ira venidera y de los poderes del diablo en este mundo ahora, no debemos estar atemorizados ante los intentos de Satanás de producir maldiciones en nuestras vidas o en nuestras familia – si andamos en la luz de Cristo. Pero si no andamos en Su luz, andamos en tinieblas (1 Juan 1:5,6) y esto sí es territorio de Satanás. Cuando uno no guarda la Palabra de Dios con cuidado, entonces abre la puerta para que el diablo entre y haga sus obras en el alma del creyente. ¿Cómo? Aquí hay una lista corta de algunas de las desobediencias más peligrosas:
- acudir con brujos o adivinos para “ayuda” en “limpias”, pasar hierbas
- orar a otros en vez de al Padre por Jesucristo
- usar fetiches de suerte
- usar técnicas de religiones orientales para recibir mensajes de espíritus.
- Etc.
Estas son prácticas prohibidas al cristiano porque es una especie de idolatría. Otras maneras muy peligrosas son éstas:
- borracheras que causan disolución (Efesios 5:18)
- drogas que pronto hacen adictos a los usuarios (Rom. 6:11-13)
- el acto sexual con personas bajo el control de malos espíritus (1 Cor. 6:15-18)
Estas prácticas atacan al alma por las puertas del cuerpo y sus problemas espirituales (hoy en día llamados “sicológicos”).
Algunos pensarán que estoy exagerando pero déjenme asegurarlos que todas estas cosas son realidades que hemos visto en nuestro ministerio de casi 50 años en la América Latina. Hemos visto tanto la victoria y gran protección en nuestras vidas y la de muchos compañeros del Camino, como en las derrotas de los que se apartan, se enfrían, se acercan a Satanás y sus tentaciones terribles. Estoy convencido de que en Cristo no hay maldiciones posibles, ni de mi pasado ni de mis antepasados ni de mi presente porque El que está en mi es MAYOR que el que está en el mundo (1 Juan 4:4).
Estoy convencido también que si uno deja la puerta de su casa abierta, tarde o temprano el ladrón va a entrar y sacar todo lo valioso. Si uno deja su corazón abierto al diablo, ese ladrón y asesino entrará (Juan 10:10). Como ovejas tenemos que estar en el redil del Buen Pastor y seguirle a El para estar bajo Su cuidado y protección, como dice Juan 10:1-11.
Ahora, volviendo a la pregunta original, creo que es bastante claro que para ser libres de maldiciones del pasado, uno tiene que recibir a Jesucristo como su Señor, su Salvador, su Dios. Así el enemigo no puede reclamar ninguna parte de nuestra vida como “suya”, pues ya pertenecemos sólo a Cristo Jesús, el Hijo de Dios, sentado a la diestra del Padre Dios en el cielo. Si esta es una realidad en tu historia, no temas nada del pasado. Si no estás en este momento seguro de que está en tu relación con Cristo, haz la decisión de recibirle como tu Salvador, confiando sólo en El y Su muerte por tus pecados y Su resurrección para tu completa justificación ante Dios. No hay otro camino de liberación espiritual.
Creo que debo advertir a los que vienen de familias donde el diablo ha dado sus poderes que sí deben resistir y rechazar a Satanás en el Nombre del Señor Jesucristo y reclamar el poder de Su sangre para que tengamos plena liberación de sus intentos de confundirnos (Santiago 4:6; Apocalipsis 12:10,11; Mateo 12:29). Es bueno hacer esto con otros hermanos más maduros.
Recuerden: Pablo ministraba el Evangelio en culturas peores que las nuestras y no le vemos haciendo mucho énfasis sobre el peligro de las maldiciones de los antepasados. ¡El Evangelio libera!
Amigo, debemos estar libres para servir a Dios y a los amigos que necesitan oír de nosotros este mensaje de liberación. ¡Así sea, Señor!
Abrazos,
Samuel