FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 69 – Samuel Clark
LA OBEDIENCIA DE LOS HIJOS
Queridos amigos:
La familia cristiana es la última fortaleza de la verdad en un mundo ebrio con los conocimientos en el área de la ciencia en todas sus formas. La psicología/psiquiatría pretende ser la ciencia del alma. PSUCHE, en griego, significa el alma o la vida del alma a diferencia de BIOS, la vida física material, y ZÖE, la vida divina impartida como regalo de Dios a los que aceptan a Jesucristo quien es la vida eterna (Juan 14:6; 11:25,26; 1 Juan 5:11,12). El problema principal de “la ciencia del alma” como se entiende y enseña hoy es que ignora o rechaza la Biblia, un libro de profundos conocimientos del alma. Los cristianos encontramos poca ayuda de la sicología moderna en cuestiones de la familia, los hijos, el matrimonio o el comportamiento que agrada a Dios.
Por ejemplo, los “expertos” se contradicen y cambian sus enseñanzas continuamente. Sin embargo, el mundo no-cristiano sigue creyendo a estos expertos, comprando sus libros y recomendando sus ideas a pesar de que el estado actual de la vida familiar está en su peor momento en todas partes del mundo. Una razón es porque no comienzan con el principio básico que la Biblia afirma. «Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa), para que te vaya bien y para que tengas larga vida sobre la tierra” (Efesios 6:1-3).
Muchos autores modernos están de acuerdo teóricamente con esta norma antigua. Sin embargo, enseñan a los padres a no exigir la obediencia, a no fijar normas y a no reprender a los niños que desobedecen. El resultado es anarquía: cada uno hace lo que quiere. Esto normalmente no es muy bueno, al contrario es egoísta y rebelde. “Dejen que el niño diga lo que quiera y que haga lo que quiera” era la nueva sicología de los años 60, y miren cómo las generaciones de allí en adelante se están expresando. Yo he visto el fracaso de esta sicología familiar y no me da pena condenarla como una enseñanza anti-bíblica y diabólica por lo que ha producido en las culturas impactadas por tales consejos seudo-científicos.
Examinen conmigo este mandamiento bíblico. Primero, se dirige a “hijos”. Pablo no se refiere aquí únicamente a niños pequeños porque no usa la palabra griega para “hijitos” sino la que significa hijos de cualquier edad. (En este sentido todos somos hijos de nuestros padres, vivos o muertos.) Pablo se dirige a hijos suficientemente grandes para estar en las reuniones cristianas y escuchar estas palabras leídas o citadas por los líderes.
Pienso que los hijos que están bajo la autoridad de los padres son los que viven en casa con sus padres o son sostenidos económicamente por ellos. En tiempos bíblicos era la costumbre vivir como familias y el patriarca era el señor de su familia. ¿Recuerdan el hijo pródigo de Lucas 15 que pidió su porción de la herencia y se fue de la casa de su padre? El hijo mayor se quedó y fue obediente, sumiso y servidor hacia su padre (aunque con profundos resentimientos). Los hijos de Jacob vivían con su padre y le obedecían, aun teniendo más de 30 años. Este mandamiento no tiene mucho que ver con la edad, sino con la actitud hacia los padres. Al llegar a los 18 años el joven puede votar y se considera bastante independiente, pero si vive en casa con sus papás debe someterse a ellos y honrarlos.
Por esto yo quiero entender este mandamiento para cualquier hijo que esté viviendo en casa de sus padres, cualquier que sea su edad. Sólo puede haber una cabeza en la familia. No es posible que cada quien haga lo que piensa o quiere. Esto sólo produce discordia y problemas, y un mal testimonio para el mundo que nos está observando.
En segundo lugar, el mandamiento es obedecer a los padres. El termino significa “padre y madre” cuando se refiere a la familia. Para que el hijo obedezca, los padres necesitan estar de acuerdo y decir lo mismo. Si hay dos mentes, dos pareceres, dos opiniones en vez de una sola voz unida, el hijo escoge a cuál obedecer y a cuál desobedecer. ¡Con razón se fracasan tantas familias! Así fue en el caso de Jacob: obedeció a su madre al engañar a su padre para llevar a cabo su plan egoísta. La lección es obvia. ¡Qué pena que haya esto en familias cristianas! No puede haber obediencia verdadera donde no están de acuerdo los padres. ¡Cuántos hijos han sido afectados por este error de los padres!
En tercer lugar, Pablo se basa en uno de los Diez Mandamientos para esta enseñanza. El 5 Mandamiento dice que debemos honrar al padre y la madre. Pablo interpreta “honrar” como obedecer. Es el espíritu de esta palabra pero significa más que obedecer. Honrar es respetar y darles la autoridad que merecen.
¿Incluye esto a padres no cristianos o carnales que incluso abusan a sus hijos? ¿Incluye a los que demandan cosas que hacen daño a sus hijos? Honrar/obedecer tienen un límite, el mismo que cualquier otra relación de sumisión y obediencia: esposa al esposo, empleado al patrón, ciudadano al gobierno. El factor limitante tiene que ser, ¿es bíblico lo que están requiriendo? Un hijo con la edad suficiente de conocer la palabra de Dios tiene la responsabilidad de hacer lo que sabe que es la voluntad de Dios. Puede ser que tenga que sufrir por obedecer a Dios pero la última autoridad es Dios. Tenemos que reconocer que hay padres que no conocen a Dios o no obedecen a Dios. Los hijos son obligados a obedecer “en el Señor”, o sea, lo que Dios manda. Si eres padre o madre, esto quiere decir que no pedirás nunca a un hijo hacer lo que Dios no quiere. Si eres un hijo bajo la autoridad de los padres, esto quiere decir que no debes hacer nada que esté en contra de tus convicciones espirituales.
En cuarto lugar, los que obedecen este mandamiento disfrutan de la promesa de Dios: larga vida con éxito en los negocios. Una enorme cantidad de personas buscan estas dos bendiciones, pero no han cumplido con las condiciones. Algunos han dejado sus casas con un espíritu de rebeldía e independencia, otros no quieren nada que ver con sus padres …pero están pidiendo a Dios que les bendiga. Promesas tienen condiciones. No va a haber bendiciones donde no ha habido obediencia y honra.
Como padres cristianos, tenemos la responsabilidad de enseñar la Palabra de Dios, no sólo lo que nosotros queremos o pensamos acerca de la conducta de los hijos. Es nuestro deber examinar bien las Escrituras y tener convicciones firmes pero al mismo tiempo escuchar a nuestros hijos y darles razones lógicas y bíblicas por todo lo que pedimos de ellos.
Que Dios nos ayude a ser fieles tanto como hijos como padres para que sea hecha la voluntad de Dios en nuestra familia.
Abrazos, Samuel y Cari