FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 77 – Samuel Clark
¿ANDAS SEGÚN LA CARNE?
Queridos amigos:
Estoy asombrado del alto número de gente casada que está desilusionada en su matrimonio, y la razón más común que escucho es “somos incompartibles”. Y por eso crece su descontento y su deseo de librarse de ese cónyuge imposible para poder encontrar a otro mejor, si no “perfecto”.
Tengo que decirles dos cosas que no les gustarán oír pero son comprobables. Primero, el problema nunca es “el cónyuge”. Es ambos, incluyendo el que quiere salir de su situación difícil. Nunca es fácil admitir que también tenemos parte de la culpa y que no somos “perfectos”. No debe ser tan difícil de entender. La Biblia dice que “todos han pecado” y que “no hay justo, ni uno”. Amigos, donde hay dos pecadores van a haber pecados, en los dos. Yo he oído la justificación, “Ud. no conoce a mi cónyuge. Si lo conociera entendería por qué no aguanto más.” ¿No es familiar este refrán?
La segunda cosa que debe ser obvia es que sólo va a dejar una situación difícil para empezar otra igual o tal vez peor. No hay una pareja ideal que no vaya a tener ninguna falta y que vaya a ser lo único que necesita para ser feliz. La solución no es un cambiazo de pareja.
Amigos, la solución es un cambiazo de nuestra persona. Imagínense un momento, cada uno, por favor, como sería nuestro propio matrimonio si solamente yo/tú fuera más como Cristo. En aquellas situaciones que causan conflictos y distanciamientos, ¿qué pasaría si yo/tú respondiéramos como Cristo respondería a aquella situación? La gran pregunta para cada matrimonio es, “¿Está Cristo presente y activo en nuestra relación de pareja? ¿O está Su Espíritu alejado y entristecido por nuestras reacciones carnales?
Me es un misterio, algo que no comprendo, cómo puedo moverme de una reacción carnal con mi cónyuge (o cualquier otra persona) inmediatamente a otra situación y portarme como un santito, muy espiritual y queriendo enseñar a otros. Digo que es un misterio porque me sucede aun cuando yo sé cuál es la razón. Pablo dijo a los corintios: “—porque todavía sois carnales, pues habiendo celos y contiendas entre vosotros, no sois carnales y andáis como hombres?” (1 Cor. 3:3). Algunos están enseñando que “un carnal no es cristiano, es una contradicción de términos…” Sólo quiero que vean el versículo 1 donde Pablo se dirige a los corintios como “Hermanos….niños en Cristo”. Un hermano es un cristiano. Uno que está en Cristo es cristiano, aunque sea un niño en Cristo. Estos maestros quieren quitar las cartas a los corintios y los gálatas de sus Biblias para poder enseñar que un cristiano es uno que es siempre victorioso, fructífero y maduro. Esta no es la realidad de la vida cristiana. La realidad es que tenemos una “carne” muy humana hasta la muerte. Esto quiere decir que en cualquier momento yo o mi cónyuge puede bajar de un andar espiritual a un andar carnal, según Gál. 5:16-24.
Por esto, amigos, si queremos mejorar nuestra relación matrimonial tenemos que vivir y andar en el Espíritu de Dios en vez de en la carne. Pablo fue muy claro con los corintios y los gálatas porque lo necesitaban. ¿Lo necesitamos nosotros? ¿O es que creemos que somos mejores que los pobres cristianos del primer siglo? Creo firmemente que el problema mayor entre los casados cristianos es que no se dan cuenta de que andan en la carne … hasta después del pleito. El segundo problema es que sólo vemos la carne del cónyuge y no la propia naturaleza carnal que se manifestó. Es tan fácil culpar a otros, pues, sus faltas son claras, ¿verdad? Pero reconocer nuestras faltas es el problema. Y esto porque nos creemos mucho mejores de lo que somos.
Si queremos tener un matrimonio sano y más feliz necesitamos aceptar que tenemos algunos problemas. Estos se llaman “carne humana”. Si no comenzamos con esta verdad, siempre vamos a identificar el problema como “él” o “ella”. No, amigos, es nuestra carne humana. Para tratar este problema tenemos que ir primero a la cruz de Cristo e identificarnos con el Señor en Su muerte, Su sepultura y Su resurrección como nos dice San Pablo en Romanos 6:3-14. La verdad es que podemos experimentar un cambiazo de nuestra persona por la dinámica de la cruz y la resurrección por medio del Espíritu Santo en nuestro espíritu. El nos vivifica espiritualmente en un nivel de vida superior a nuestra carne, nuestro “cuerpo de pecado”. Entonces podemos presentar nuestros cuerpos a Dios para ser instrumentos de justicia por medio del Espíritu en nosotros.
Para las parejas con problemas serios tengo un consejo: busquen a un cristiano o una pareja espiritual que les puede ayudar a aprender a andar en el Espíritu en vez de en la carne. Es una gran ayuda contar con el apoyo de otros en vez de tratar de aprender estas lecciones solos. Tengan paciencia para pasar por el proceso necesario. No es ni fácil ni rápido, pero con mucha oración y orientación en las Escrituras Uds. pueden “aprender a Cristo” como dice Efesios 4:20 y comenzar a despojarse del viejo hombre “para vestirse del nuevo creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24).
La pura verdad es que todos necesitamos la pareja que Dios nos dio. Aquellas cosas difíciles que irritan y molestan tanto son “el papel de lija de Dios” para quitar aquellas cosas imperfectas, nuestras asperezas – impaciencia, intolerancia, crítica de otros, egoísmos, etc.. ¿Cómo vamos a ver nuestras necesidades si no hay ese cónyuge diferente que nos irrita? Es un hecho que los opuestos se atraen .. hasta que perdemos aquel “primer amor” que sólo ve lo bueno, lo hermoso, lo deseable en el cónyuge. Es cuando esas cosas tan diferentes causan las fricciones. Es mi opinión que lo que me atrajo tanto a la que es mi esposa son aquellas cualidades que yo no tenía y que necesitaba aprender. Pero es sólo cuando aceptamos este hecho y hacemos el esfuerzo de aprender a vencer nuestras debilidades por el fruto del Espíritu que la carne humana es crucificada y la nueva vida brota en nosotros.
Entonces, podemos llegar a experimentar la felicidad de ser “parejas bien parejas”.
Abrazos, Samuel