FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 82 – Samuel Clark
LA IMPORTANCIA DE DISCIPLINAR AL HIJO REBELDE
Queridos Amigos del Camino:
El otro día alguien se sorprendió cuando le dijimos que debía disciplinar a su hijito por la desobediencia desafiante. Preguntó: ¿Por qué? Inmediatamente pensé en muchas razones, pero las más importantes son las siguientes, me parece:
- Dios Padre disciplina y castiga a los que se rebelan (Heb. 12:5-11)
- Dios manda a los padres a disciplinar a sus hijos (Prov. 19:18)
- Es la única forma de corregir a un rebelde (Prov. 22:15)
- Es para el bien del hijo, pero también para toda la sociedad (Prov. 13:1)
Otra pregunta es: ¿Cuándo debemos comenzar la disciplina? No hay ninguna enseñanza bíblica que muestre exactamente cuándo debemos aplicar la disciplina a la vida de un niño. Creo que es diferente en cada niño porque algunos responden más temprano que otros. Ya que la Biblia no lo dice, cada pareja tiene que orar mucho y observar a su hijo para ver cuándo es necesario. Yo creo que la clave es cuando el niño entiende “NO”. Si empezamos a decir “no” y no permitimos una rebeldía desde temprano, vamos a observar cuando entiende ese “no” como un mandamiento.
La palabra “no” es muy, pero muy importante en la Biblia. Los judíos enseñan que hay 613 mandamientos en sus Escrituras: 365 de ellos son negativos (“no harás”) y 248 son positivos (“harás”). Esto nos enseña algo acerca de la naturaleza humana que nuestros hijos heredaron de nosotros, y de nuestros primeros padres Adán y Eva quienes con un solo mandamiento negativo lo desobedecieron. Ellos murieron espiritualmente como un resultado compartido con toda la raza humana. Obviamente, el mandamiento “No” es el más difícilmente enseñado y se necesita la disciplina para enseñarlo.
Miren, por ejemplo, los Diez Mandamientos: sólo dos son positivos; 8 son negativos. Estos mismos mandamientos se repiten en el Nuevo Testamento, pero no como Ley para así ganar la salvación sino como enseñanza sobre qué es el pecado. Eso lo necesitamos para nuestro diario andar en comunión con el Padre, con Su Hijo y con los demás cristianos en la unidad del Espíritu.
Pero, hay algunas cosa que tenemos que enseñar a los hijos por la disciplina, aun el castigo físico. El dolor enseña. Si un niño es normal, no tiene que meter su dedo en una llama muchas veces para aprender que eso no conviene. Igualmente, un niño aprende que rebelarse a los mandamientos de los papás resultará en dolor. Noten por favor: la rebelión es diferente a la mala crianza, la hiper actividad y el egoísmo muy normal en todo niño. La rebeldía es un “no” a nuestro mandamiento, o un “sí” a nuestra prohibición. Es una independencia de la organización social de padres e hijos. Por esto, la rebeldía es cosa seria y debe ser disciplinada.
Aunque lo he escrito antes, vale la pena repetir el consejo, uno que me ayudó mucho hace años: “Con niños pequeños hay que comenzar con pocos mandamientos. Estamos hablando de la disciplina de niños pequeños, no de adolescentes ni de jóvenes. La edad propicia para la disciplina corporal es de dos a doce años. Después, la disciplina debe ser otra, las limitaciones de privilegios y libertades por actos de rebeldía. Un niño pequeño no entiende esa clase de disciplina. Sólo entenderá la que duele.
Muchos me preguntan ¿cómo disciplinar corporalmente? porque fueron abusados por sus padres en vez de recibir una disciplina correcta. La Biblia recomienda “la varilla” y esta debería ser aplicada a la parte trasera del niño donde sí duele pero no le hace daño porque es la parte de más tejido y grasita. Es donde se aplican las inyecciones por la misma razón.
Debe ser hecha con firmeza pero con misericordia y compasión, nunca con ira o rabia incontrolada. Unas pocas veces es suficiente para enseñar la lección: rebeldías recibirán castigos en esta casa.
Luego, hay que sentar al niño en sus regazos y reconciliarse como padre o madre con el niño hasta que nos pueda decir “Sí, papi o mami” sin rebeldía. Esta reconciliación es la clave. A veces dura unos minutos para que se logre pero así el niño sabe que lo disciplinamos por amor y no por ira nuestra. Créanme, amigos, esto es muy importante.
Muchos hemos cometido errores graves en el área de la disciplina en el hogar, demasiado o muy poca, la autoridad correcta, la pérdida del control emocional, etc. La Biblia nos enseña a hacerlo y tenemos que buscar la ayuda de Dios en nuestros hogares para que haya disciplina adecuada y efectiva sin crear temores y resentimientos en los hijos.
Pobres los niños quienes nunca han sido disciplinados en el hogar, pues, viven en un mundo difícil y no sabrán someterse a las autoridades civiles o en la escuela y van a tener que sufrir cuando se rebelan contra estas autoridades. Pero aun más triste es el hecho de que nunca han aprendido a obedecer y esto les afectará mucho en su concepto de quién es Dios y porque han de obedecerle a El. Así que les irá muy mal en lo social y lo espiritual si no les ayudamos a aprender esta sumisión a las autoridades.
Padres, hagan este asunto una petición diaria al Señor para que El les enseñe a disciplinar como El mismo nos disciplina, para nuestro bien eterno.
Abrazos, Samuel
“…además, habéis olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige:
Hijo mío, no tengas en poco la disciplina del Señor,
ni te desanimes al ser reprendido por El; porque el Señor al que ama, disciplina,y azota a todo el que recibe por hijo.Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque
¿qué hijo hay a quien su padre no discipline?Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos. Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero El nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad.
Al presente ninguna disciplina parece ser causas de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia.”
(Hebreos 12:5-11)