FUNDAMENTOS PARA LA FAMILIA CRISTIANA 85 – Samuel Clark
EL ABUSO DE LA LIBERTAD EN CUANTO A TODO LO QUE ES EMBRIAGANTE
Queridos Amigos del Camino:
Esta no va a ser un tratado sobre la prohibición del uso de bebidas alcohólicas. Lo que quiero decir es que hay un terrible peligro de arruinar el matrimonio o la familia con el abuso de la libertad en el uso de todo lo que es embriagante. Cuando una esposa dice que su esposo es un borracho, yo la creo. Cuando el mismo esposo me dice que no es un borracho y que sabe medirse y controlarse muy bien, no le creo. Ningún borracho admite que es un borracho a su esposa o un amigo cristiano. Pero casi ningún alcohólico quiere admitir que es un adicto al alcohol tampoco.
Una de las características del alcohol es que nos hace sentir tan bien (al principio) que no sabemos cuando pasamos del uso al abuso. Otra cosa, hay una diferencia entre borracho y alcohóico…pero es un pasito, no más. De la borrachera ocasional a la necesidad del alcohol para funcionar es cuestión de frecuencia, no más.
Podemos aprender mucho de los amigos de Alcohólicos Anónimos quienes ayudan a muchos a dejar de tomar, por lo menos por un tiempo, quizás años. Sin embargo, yo prefiero hablar de los ex- alcohólicos que conozco. Ellos no toman porque saben el peligro de recaer, pero no luchan contra las ganas terribles de tomar algo alcohólico.
En el grupo de Hombres de Negocios cristianos en Costa Rica uno escucha constantemente los testimonios de exborrachos y exalcohólicos que han sido liberados por el Señor Jesucristo y desmienten la frase de los amigos “anónimos” que se presentan como “alcohólicos”, todavía, o como ellos dicen “siempre”. Es tan hermoso oír a los que se presentan como “Yo soy Juan, una nueva criatura”.
¿Por qué hablar de este tema? Porque San Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, escribió estas palabras: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu Santo” (Ef. 5:18). Yo pregunto, ¿Qué parte de “no os embriaguéis” es la que no entiendes?
Tal vez no entendemos la palabra “disolución”, que es perder el control de uno mismo – primero el habla normal, luego el uso normal de los miembros, y por fin la consciencia. Pablo está diciendo que el cristiano no debe emborracharse para no perder el control de sí mismo.
¿Por qué le interesa a Dios este detalle? En los días de Pablo un borracho no se montaría en su burro y poner en peligro a todo el mundo que iba por los caminos. Hoy esto sucede cada vez que un borracho maneja, especialmente cuando lleva a su familia. Entonces, ¿cuál era el problema principal en aquellos días? El abuso físico de la esposa y los hijos es una razón obvia, que por cierto es igual en el día de hoy. El emborracharse puede terminar en pleitos, peleas o escándalos públicos, que ocurre hoy. O un borracho puede perder su trabajo porque llega tarde, mal humorado o enfermo. Esto sucede en nuestro tiempo a menudo. O toda una serie de tragedias puede resultar de la falta de control como caerse y romper huesos o hasta morir de una caída precipitada. ¿No sucede esto a veces? Lo que siempre sucede es la pérdida del testimonio al estar en estado de disolución. Lo que los borrachos no quieren creer es lo que piensan los demás de ellos.
No es necesario hablar más de esto porque si Dios dice “no os embriaguéis”, eso debe ser suficiente razón para obedecerle. No preguntaríamos a nuestro general “¿Por qué?” Sólo diríamos “Sí, Señor”. Nuestro gran problema es que al ver la palabra NO, es como una muleta roja para el toro.
El “no” en el Huerto de Edén fue todo lo que necesitó Satanás para engañar a Eva con sus mentiras. ¿No es así con nosotros? Pensamos que no nos vamos a emborrachar, no vamos a llegar a ser un borracho y mucho menos un alcohólico. No vamos a perder el control. No vamos a chocar con nadie, no voy a dañar mi matrimonio.
Amigos, dije que no es una carta antilicores que estoy escribiendo, sino una aclaración sobre qué es el uso bueno y cuál es el abusivo y malo. Creo que podría decirlo así: ¿cuál es el uso legítimo (bíblico) y cuál es el ilícito (antibíblico). Digo esto porque yo creo que es tan antibíblico prohibir el uso del alcohol para cristianos como es emborracharse con el alcohol. Digo esto porque yo sé que ha habido enseñanza falsa sobre este tema debido a los graves problemas que el abuso del alcohol ha provocado en las personas, en las familias y en la sociedad.
¿Cuál es el uso legítimo/bíblico? El que nuestro Señor Jesucristo hizo en Su vida humana entre los hombres de su día. Cuando cambió el agua en vino era para una fiesta de bodas y era un vino embriagante, no con “cero alcohol” como tenemos hoy a la venta. Cuando dice la Biblia que Jesús comió y bebió con la gente, esa palabra implica beber vino, no agua. Cuando le acusaban de ser comilón y borracho no era porque era abstemio. Pero NUNCA se emborrachó. No era un borracho sólo porque tomaba vino. Tampoco lo era Pablo cuando recomendaba a Timoteo tomar un poco de vino por los problemas de salud que sufría. Muchas veces los judíos tomaban el vino fuerte “cortado” con la mitad agua, pero era vino embriagante.
En nuestro afán de agradar a Dios y obedecerle en todo, no vayamos al extremo de ir más allá de las Escrituras. (I Corintios 4:6 nos advierte de este peligro referente a otro asunto.) Algunos prefieren no correr el riesgo de caer en este mal y no toman ni gota de bebidas alcohólicas. Eso está bien, si no juzgan a los que toman sin abusar esa libertad.
Recordemos las enseñanzas de Pablo a los corintios:
1 Cor. 6:12 – “Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna.”
1 Cor. 10:23 – “Todo es lícito, pero no todo es de provecho. Todo es lícito, pero no todo edifica.”
1 Cor. 10:31-33 – “Entonces, ya sea que comís, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios; así como también yo procuro agradar a todos en todo, no buscando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.”
Romanos 14:17 nos enseña que el cristianismo no es una religión legalista sobre lo que uno puede o no puede comer o beber, sino una vida de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. No estoy hablando de prohibiciones, sino de los resultados malos que pueden ocurrir de comer o beber demasiado. Esto es lo que le interesa a Dios.
Espero que esta carta sea de ayuda a mis amigos, especialmente los que luchan con el abuso del alcohol y los que sufren de esos abusos. Hay esperanza en Cristo y todo cristiano puede encontrar el equilibrio y la templanza (auto control) en el Espíritu Santo para vencer sus debilidades o pasiones carnales. ¡Que sea así para todos nosotros!
Abrazos,
Samuel