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TRES NIVELES DE RELACIÓN AMOROSA – SAMUEL CLARK
Queridos amigos del Camino:
El libro «Cantar de los Cantares» nos enseña mucho acerca de las relaciones amorosas, pues, es una historia de una gran pasión histórica y culturalmente arraigada en los tiempos bíblicos cuando supuestamente la mujer no contaba para nada más que una compañera para el trabajo y un objeto sexual sin derechos. Nada podría ser más lejos de la verdad. Yo pondría este libro a la par de cualquier literatura moderna de las mujeres liberadas y realizadas, y no existe nada que le gane en una expresión tierna de amor, compatibilidad, respeto y libertad de espíritu. Contrario a toda opinión en esta historia, es el hombre quien gana en ternura y comunicación de su amor y el que enseña a la mujer a amar. Así podría ser hoy si las mujeres fuesen más sumisas y menos obsesionadas con sus derechos, su felicidad y su realización. Déjenme explicarlo de tres pasajes de Cantares que muestran el desarrollo de la relación desde el punto de vista de la mujer.
I. Mi Amado es mío y yo suya (2:16)
A. El énfasis aquí es de posesión, «mío» y «suya» pero egoístamente. (5:1-7)
1. Al principio de una relación es natural que pensemos en esto y las mujeres más – el anillo de la escuela, una foto para el tocador, el anillo de compromiso, etc. Repito, es natural esto, pero no es el amor ágape que Dios quiere para toda relación humana y que es tan esencial para el matrimonio (1 Cor. 13:4-7).
a. Muchas mujeres nunca avanzan más allá de este tipo de amor egoísta y necesitan constantes «pruebas» de parte del hombre para estar contentas de que sigue siendo «mío».
b. Celos pueden destruir el amor porque sofocan con egoísmo lo que nunca puede ser forzado, y la desconfianza engendra la infidelidad más que cualquier otra cosa.
2. Lo malo de esta clase de relación inmadura es que después de cierto tiempo, llega a ser una cadena de acero para el hombre en vez de una cadena de flores (frágiles, fáciles de romper, etc.). ¡Cuidado! Hay peligro de perder lo que tratas de asegurar con:
a. Preguntas: ¿Dónde estuviste? ¿Con quiénes hablaste? ¿Nadie más? ¿Seguro? ¿Estuvo Fulana?
b. Insistir en su compañía en la casa o en ir con él a todas partes, o quejarte de sus amistades con otros hombres.
c. Creer que tienes que competir con todas las demás mujeres para ser la más atractiva y así mantener el amor del esposo – nunca podrás ganar en esa competencia.
B. Una sugerencia en forma de aplicación práctica: Si ves que ésta es tu actitud, pide a Dios avanzar a otros niveles de relación porque si sigues aquí vas a ser miserable y hacer miserable a tu hombre con un verdadero peligro de perderlo, o por lo menos alejarlo.
1. Muchas relaciones pobres se deben a esta actitud deficiente e inmadura de la mujer aunque toda la culpa cae sobre el hombre «infiel».
2. Siempre, en toda relación deficiente, hay culpa de los dos lados: si la tuya no te satisface ahorita, ve si no es por un egoísmo bien disfrazado en «tus derechos» o en «sus deberes».
II. «Yo soy de mi Amado y El es mío» (6:3)
A. El énfasis aquí es menos egoísta (vs. 11,12) y pone el interés del cónyuge en el primer lugar. Esto es básico para el amor y nunca creceremos si no entendemos Juan 3:30, «Es necesario que El crezca y que yo mengüe.»
1. Crecer y abundar en el amor (como dice 1 Tesalonicenses 3:12, 4:9,10) es un continuo decrecimiento en el egoísmo. Filipenses 2:3,4 y Romanos 12:10 hablan de esto: «estimando cada uno a los demás como superiores, no mirando cada uno por lo suyo propio sino cada cual también por lo de los otros», «prefiriéndoos los unos a los otros».
2. El peligro de este nivel de relación es que queda todavía ese poquito de egoísmo que tarde o temprano va a echar a perder la torta.
a. La carne humana está dispuesta a sufrir, sacrificarse, obedecer, etc. ¡Hasta cierto punto! Y ese punto es mi ganancia final – si el otro no cumple, allí fracasa todo, porque «no corresponde, no hace su parte, no me trata igual», etc.
b. Muchas mujeres no han superado este nivel y son las que cumplen a veces pero no totalmente; falta una entrega completa al Señor y al amor desinteresado, maduro y espiritual que Dios quiere.
B. Aquí también quisiera sugerir algunas aplicaciones para vencer y avanzar en esta área en tus relaciones:
1. Hazlo todo para el Señor, Su Reino, Su gloria, Su Nombre (Col. 3:17; 1 Cor. 10:31). Esto es lo que quita la carga del amor y lo hace un sacrificio aceptable. Ejemplo de Caín y Abel – el fruto de tus manos o lo que Dios ordena (tipo de Cristo).
2. No te jactes de lo que tú estás haciendo por tu matrimonio (especialmente con otras mujeres o en público) porque da lugar al egoísmo para compararse con lo que hace o no hace tu esposo. Esto crea crítica, resentimiento y rencor.
3. Cada vez que notas que estás pensando en ti misma o en tus expectaciones no realizadas (¿idealistas por novelas, TV, cine?), toma una posición de sumisión por fe, no por vista (ni emociones) que agrada a Dios (II Cor. 5:7).
III. «Yo soy de mi Amado y conmigo tiene su contentamiento» (7:10)
Este es el nivel máximo de entrega en la relación amorosa porque:
A. Ya no piensa en sí misma (vs. 11-13), toda su atención está en su esposo.
1. El es dueño de su amor – incondicionalmente llega a ser esclava de su amor (no legalmente ni por deber sino por una decisión no forzada, hecha por amor).
2. Busca el contentamiento de su Amado – su agrado, felicidad, realización y bienestar. ¿Suena demasiado servil en esta edad de la mujer liberada? ¿Choca esta idea con tus ilusiones y deseos íntimos de ser adorada, amada, servida, cuidada, etc.? Muy pocas mujeres han avanzado a este nivel y más bien consideran que debe ser al revés – yendo de «esclavitud» a «igualdad») pero con la mujer en el primer lugar siempre, así que no es igualdad).
a. Tenemos que reafirmar que lo que Dios propone como normal y correcto siempre irá en contra de las corrientes de la cultura y la moda actual (inspiradas por Satanás). Va a ser una lucha ser «diferente».
b. Independientemente de que si tu marido corresponde o no, este es el nivel de mayor satisfacción y realización que una mujer puede lograr porque fue creada precisamente para esto: ser su ayuda idónea.
B. Yo no puedo garantizarlas una revolución en sus esposos, un resultado milagroso en el trato de ellos, un cambio notable en el amor pasional de ellos, pero sí puedo garantizarles que estarán Uds. realmente cumplidas. Sugiero que pongan en práctica esto en estas areas.
1. Vestido y arreglo – como a él le gusta.
2. Comida – lo que le encanta y no sólo lo que «debería» comer por su bien.
3. La casa – no un nido femenino sin ese toque que le hace sentir en su ambiente, su lugar.
4. Las actividades y diversiones que a él le interesan – aprende a gozarlas.
5. El sexo – trata de agradarle y llenarle…
IV. Aplicación Práctica
A. El propósito más profundo de toda la Escritura Sagrada es hacernos conocer mejor a Dios y obedecerlo mejor. Hay una historia de amor detrás de esta historia, entre líneas, apenas visible. Ojos alumbrados por el amor de Dios podrán contemplar la relación amorosa de entrega que la Iglesia y el cristiano como individuo deberían de experimentar con Cristo, nuestro Divino Esposo. También aquí vemos los tres niveles de relación.
1. En el principio sentimos gloriosamente la emoción y entendemos un poco de la maravilla de poder decir «El es mío» y como un pensamiento adicional apenas «Yo soy suyo» por supuesto. Pero el énfasis está en lo que recibo, los dones del Señor, las bendiciones, la felicidad, mi realización, etc. Muchos cristianos sólo saben esto y nunca avanzan a algo mejor. Son los niños consentidos de Dios (1 Juan 2:12).
2. Cuando uno crece más en la fe y el amor a Dios, empieza a cambiar su énfasis y entregarse más al Señor diciendo «Yo soy de Cristo». Siente la satisfacción de esa relación de sumisión a Su Señorío porque empieza a ver victorias nuevas y más fuerza en su vida espiritual por la Palabra. Tales son jóvenes adolescentes (1 Juan 2:12-14). No hay muchos que llegan a este nivel y tienen la tendencia de querer recibir. Su estado no es muy estable; a veces se echan para atrás queriendo recibir más de lo que creen que tienen…con énfasis en «El es mío».
3. Hay algunos cristianos que siguen hasta el tercer nivel. Se olvidan de sí mismos en el propósito único y apasionante del amor que quiere agradar a su Amado Señor y Salvador a todo costo. Reconocen que para esto tienen que someterse totalmente a El y no buscar ya nada más de grandezas ni cosas personales. Estos son los verdaderos padres espirituales (1 Juan 2:12-14). Conocen a Cristo tanto que han llegado a ser como El es – así vivió siempre con el Padre (Juan4:34; 5:30; 6:38; Heb. 10:5-7). Pocos llegan a este nivel de pleno gozo y libertad en el Señor. ¡Qué tragedia!
B. Nuestro amor nunca puede compararse al amor de Cristo por Su Iglesia pero tenemos que aprender a amar a Cristo como se ve en esta historia. La esposa progresa de un amor emocional a uno mucho más espiritual.
1. Ella no tiene muchos títulos hermosos para El (como los de El para ella) pero los usa para mostrar su amor:
a. Al que ama mi alma (1:7; 3:1-4). Un amor espiritual que rebasa todo lo físico para llegar al verdadero y eterno ser.
b. Amado (1:13,16; 2:8,16; cap. 5; 6:1-3), el más usado de todos sus títulos. Muestra que lo más precioso que podemos dar a otro es nuestro amor como un regalo.
c. Amigo (5:16) muestra preferencia y atracción personal.
Tenemos que hablar a Cristo con amor. Aunque no sepamos llamarle por todos Sus gloriosos nombres y títulos al principio, debemos usar los que sentimos sinceramente y sin vergüenza o pena. El quiere oír que le amamos y que es nuestro Amigo.
2. Nuestras descripciones son muy pobres al lado de las suyas, pero expresan en los términos aceptados y significativos en su cultura cuánto lo admira. Así también podemos alabar a Cristo.
a. Una vez ella le alaba personalmente (1:16). Así debemos aprender a adorar al Señor en la oración y las canciones espirituales. Nos ayudarán los Salmos en esto que nos cuesta por falta de conocimiento y experiencia.
b. Otra vez ella le alaba frente a las doncellas que le preguntan «¿Qué es tu Amado más que otro amado?» (5:9-16). Su alabanza es un testimonio de Su evangelio. Debemos aprender a dar este tipo de testimonio (Hechos 2:46,47) a los que nos preguntan acerca de Cristo. El que no le conoce bien tendrá un tiempo difícil en esta clase de diálogo. Que Dios nos dé una lengua de oro para hablar de Sus virtudes (I Pedro 2:9). Esta es otra manera de mostrar nuestro amor a Cristo, nuestro Esposo.
Abrazos. Samuel