LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN
POR DANIEL SHERMAN
• Es posible saber que tenemos la vida eterna.
11 Y el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo.
12 El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.
13 Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.
(1 Juan 5:11-13)
• Jesús promete la vida eterna a los que creen en Él.
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna.
24 En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida.
(Juan 3:16; Juan 5:24)
• Es la voluntad de Dios que ninguno de los que cree en Cristo se pierda.
37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera.
38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
39 Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que Él me ha dado yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final.
40 Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día final.
(Juan 6:37-40)
• El estado duradero de nuestra salvación no depende de nosotros, sino de Dios.
28 y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano.
29 Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.
25 Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.
28 En cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección de Dios, son amados por causa de los padres;
29 porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables.
(Juan 10:28-29; Hebreos 7:25; Romanos 11:28-29)
• Ya que nosotros no podemos merecer la salvación por nuestras obras, tampoco podemos perderla por nuestras obras.
8 Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios;
9 no por obras, para que nadie se gloríe.
5 Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo,
(Efesios 2:8-9; Tito 3:5)
• Dios es el que salva, no nosotros. En eso descansa nuestra eterna salvación.
29 Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos;
30 y a los que predestinó, a esos también llamó; y a los que llamó, a esos también justificó; y a los que justificó, a esos también glorificó.
31 Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
32 El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas?
33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
34 ¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
36 Tal como está escrito:
Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día; somos considerados como ovejas para el matadero.
37 Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38 Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes,
39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
(Romanos 8:29-39; Efesios 1:3-14)
• El ejemplo del hombre en la iglesia de Corinto es una prueba que no se pierde la salvación.
En efecto, se oye que entre vosotros hay inmoralidad, y una inmoralidad tal como no existe ni siquiera entre los gentiles, al extremo de que alguno tiene la mujer de su padre.
2 Y os habéis vuelto arrogantes en lugar de haberos entristecido, para que el que de entre vosotros ha cometido esta acción fuera expulsado de en medio de vosotros.
3 Pues yo, por mi parte, aunque ausente en cuerpo pero presente en espíritu, como si estuviera presente, ya he juzgado al que cometió tal acción.
4 En el nombre de nuestro Señor Jesús, cuando vosotros estéis reunidos, y yo con vosotros en espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús,
5 entregad a ese tal a Satanás para la destrucción de su carne, a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
(1 Corintios 5:1-5)
Aunque sí es posible que un creyente genuino sufra pérdida de sus recompensas espirituales (1 Cor. 3:11-15), o que sea descalificado como ministro de Dios (1 Cor. 9:24-27), o que incurra en una disciplina severa por su desobediencia constante (Prov. 3:11-12 & Hebreos 12:3-11),
¡Me anima que tenemos seguridad en nuestra relación con Cristo!